Cuba y la reforma sanitaria, hitos del legado del líder demócrata
El principal legado de Barack Obama es haber reforzado el poder presidencial para instalar una agenda progresista, también su reforma de salud y el acercamiento con Cuba, señala a
Clarín Evan McCormick, profesor de la Southern Methodist University y experto en Historia presidencial de EE.UU. Como deudas, remarca Oriente Medio y el avance del terrorismo del ISIS. Señala, además, puntos en común del presidente saliente con Franklin Delano Roosevelt y también con Ronald Reagan.
-¿Cúal es el principal legado que deja Obama como presidente?
-El poder presidencial. Como el primer presidente afroamericano, Obama trasladó el simbolismo de la esperanza y el cambio al uso de su poder ejecutivo para llevar adelante su agenda doméstica progresista y una fuerza cultural muy potente. Deja la Casa Blanca con elevados índices de popularidad, pero esos números no hacen justicia a la habilidad de su administración de capturar la atención pública acerca del rol del presidente en moldear la vida económica, polí- tica y social.
-¿Al menos tres medidas por la que cree que puede pasar a la historia?
-Primero, el “Obamacare”. A pesar de las protestas de los votantes de Trump y el compromiso de los legis- ladores republicanos en rechazarla y suplantarla, la reforma de salud será un legado que perdurará. Más allá de las críticas, la ley alcanza su objetivo de una expansión en la cobertura de salud, sobre todo entre los más po- bres. Aunque los republicanos la rechacen tendrá un costo para ellos volver atrás con ese principio. La otra medida importante es el deshielo con Cuba porque muestra su habilidad por trascender los viejos debates de política internacional. La tercera es la “guerra oculta”: Obama hizo campaña para controlar los excesos en la guerra contra el terrorismo que heredó de George W. Bush. Si bien retiró tropas de Irak, expandió drásticamente el uso de drones para matar objetivos específicos y continúa la controversia sobre los programas de vigilancia secretos, que están ocultos del público. Llevará años a los historiadores en descifrar el completo impacto de la política antiterrorista de este gobierno.
-¿Cuáles son sus grandes fracasos?
-La política exterior de Obama buscó mantener el liderazgo estadounidense en el sistema internacional mientras buscaba disminuir las fuerzas militares en el exterior, dos objetivos que suelen ser contradictorios. Las víctimas trágicas de Siria, la intervención inconclusa de la OTAN en Libia y el crecimiento del ISIS, todo eso refleja la pobre política estadounidense en Oriente Medio, especialmente luego de la promesa de la Primavera Arabe. Al mismo tiempo, la intervención rusa en Ucrania y en Siria señala cómo el fracaso del liderazgo estadounidense, particularmente en las organizaciones internacionales, benefició a enemigos de EE.UU.
-¿Con qué otro presidente lo compararía?
-Obama se asemeja en estilo a otro presidente de agenda doméstica progresista como Franklin Delano Roosevelt. Pero, dado el obstruccionismo del Congreso controlado por los republicanos, su legado es más difuso que el de Roosevelt. El deja la Casa Blanca con altos índices de popularidad, similares a los de Gerald Ford. Ellos no tienen nada en común, excepto que su legado y popularidad fueron marcados por hechos que no estuvieron relacionados con su presidencia: el Watergate en el caso de Ford y el triunfo de Trump en el de Obama. Pero con mayor perspectiva, la respuesta podría ser probablemente Ronald Reagan. Obama presidió un período de relativa estabilidad y prosperidad para los estadounidenses: es ampliamente popular en su propio partido y también es visto favorablemente entre los republicanos moderados. Reagan fue conservador pero también alguien respetado por los demócratas por su estilo de liderazgo y creo que Obama es un progresista cuyo liderazgo es respetado por los republicanos moderados.
-¿Se puede decir que Barack Obama llevó el país al multiculturalismo y a la diversidad?
-Es muy dificil decir eso a la luz de la elección de Trump. Obama mismo admitió que sus esperanzas de una “sociedad post racial” eran ingenuas. La xenofobia y el racismo de muchos votantes de Trump sugieren que existen muchas divisiones en la política estadounidense.