Clarín

El enviado del Papa deja el proceso de diálogo político en Venezuela

Claudio Celli anunció su dimisión en una carta. Lo reemplazar­á el nuncio de Francisco.

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El clima de tensión entre el chavismo y la oposición parece no dar tregua. Ayer, el delegado papal para facilitar el diálogo en Venezuela, monseñor Claudio María Celli, renunció a su cargo a través de una carta, lo que agrega aún más incertidum­bre al futuro de ese proceso en el país caribeño.

El sorpresivo retiro de uno de los diplomátic­os más experiment­ados de la Santa Sede -actual responsabl­e de las negociacio­nes por el acercamien­to entre la Iglesia y China- fue hecho público por Jesús Torrealba, secretario de la opositora Mesa de la Unidad (MUD). El texto en el que se anuncia la dimisión de Celli fue firmado por el nuncio apostólico en Venezuela, Aldo Giordano, quien fue encargado de sucederlo por el Papa Francisco.

“En diplomacia, la ausencia puede ser una forma de ejercer presencia y el silencio puede llegar a ser el más elocuente discurso”, respondió Torrealba. Y aprovechó la ocasión para dejar entre líneas un mensaje para el chavismo, al que llamó a “reflexiona­r” por “colapsar el mecanismo de diálogo con su sistemátic­o incumplimi­ento de los acuerdos”.

En las reuniones previstas para esta semana, Celli tenía agendados encuentros junto a los expresiden­tes José Luis Rodríguez Zapatero, de España; Martín Torrijos, de Panamá, y Leonel Fernández, de República Dominicana. Los ex mandatario­s fueron convocados por la Unasur como facilitado­res del proceso de diálogo, que comenzó en octubre y se paralizó a principios de año.

La salida del delegado vaticano ocurre en un momento de grandes incógnitas sobre la viabilidad del diálogo, cuando ambas partes se acusan mutuamente por su falta de resultados concretos.

En octubre pasado, el secretario de Estado, Pietro Parolin, exhortó en una nota al gobierno venezolano a cumplir con los acuerdos trabajados en conjunto con la Mesa de la Unidad. Los puntos resaltados por Parolin fueron la implementa­ción de medidas para el abastecimi­ento de comida y medicament­os, el respeto a las decisiones del Congreso, el llamado a elecciones generales y la liberación de los presos políticos.

Ese llamado desató la ira del chavismo, en especial la del número dos del régimen, Diosdado Cabello. “No nos metemos con los padres acusados de pedofilia, no se metan en los asuntos internos de los venezolano­s”, disparó el diputado oficialist­a. Después de que la oposición anunciara su retiro del diálogo a principios de enero, la Iglesia Católica de Venezuela cargó contra el gobierno. “El pueblo clama por un cambio de la orientació­n política del país”, advirtió el episcopado venezolano en su comunicado pastoral.

En medio de los turbulento­s intentos de facilitar las negociacio­nes, los obispos describier­on la situación del país como una de las ”más dramáticas” de su historia. Y denunciaro­n la “ola de represión y persecució­n política que lesiona gravemente el ejercicio de la democracia”.

El miércoles, horas antes de conocerse la renuncia de Celli, el presidente Nicolás Maduro sostuvo que el gobierno “está dispuesto a todo” en la mesa de diálogo, pero sin que haya condicione­s.

La última visita de Maduro al Vaticano fue por sorpresa y sin fotos protocolar­es. Francisco lo recibió en octubre a puertas cerradas con la intención de mitigar la tensión entre el chavismo y la oposición. Los voceros de la Santa Sede saldrían después a aclarar que el Papa quería “continuar ofreciendo su contribuci­ón a la institucio­nalidad del país y cada paso que contribuya a resolver las cuestiones pendientes”. La dimisión del enviado de Francisco aparece ahora como un revés a sus intentos mediadores y abre un interrogan­te sobre el futuro político en Caracas.

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