Embajada, AMIA y Nisman, causas conectadas
Las causas por los atentados contra la Embajada de Israel (1992) y AMIA (1994), así como la investigación por la muerte del fiscal Nisman son heridas abiertas en la sociedad argen
tina. No resulta concebible en una democracia sana que puedan transcurrir décadas sin ningún avance en la investigación de hechos de este tipo. Tampoco es concebible que con los modernos métodos de investigación criminal, la muerte del fiscal Nisman pueda dar lugar aún a interpretaciones tan diversas como las que ofrecen los peritos oficiales y la querella.
Los cuatro hechos tienen en común la chapucera instrucción llevada a cabo por quienes carecían de la formación necesaria para llevarla a cabo y la total falta de cuidado de las pruebas recogidas. En la causa AMIA en la que me tocó intervenir, comprobé como mezclados entre los escombros del edificio de la calle Pasteur, había restos humanos y pedazos de la Trafic utilizada en la voladura. Ese
material fue apilado por orden del juez Galeano en un baldío cercano a la Ciudad Universitaria, siguiendo el orden en el que llegaban en camiones que lo descargaban. Los restos quedaron durante años a la intemperie, sometidos a las inclemencias del tiempo, de las alimañas y los depredadores. Finalmente el juez dispuso que todos esos restos fueran volcados al Río de la Plata. Hoy constituyen la base de la plaza conmemorativa que se encuentra en la Costanera porteña, perdiéndose para
siempre pruebas importantísimas para resolver el atentado, del que lamentablemente, se sabe hoy más o menos lo mismo que a la semana de producido, hace 22 años.
Del caso de la Embajada de Israel se puede saber menos aún, no sólo por el tiempo adicional transcurrido desde 1992, sino porque la causa careció de un motor impulsor en la figura del querellante particular como sucedió con "Memoria Activa" en la causa AMIA, que se transformó en un permanente denunciante de la negligencia de la instrucción. La igno- rancia sobre la forma en que las pruebas deben ser recogidas y preservadas encuentra su último exponente en el video que circuló sobre el caso Nisman. Allí se ve a la fiscal interviniente y a un gran número de personas en el departamento donde sucedió el hecho, pisoteando las pruebas que hubieran servido para llegar a conclusiones definitivas sobre el luctuoso hecho. Nuestro país cuenta con policías capaces, científicos aptos y profesionales en medicina forense con los que se puede constituir un grupo con autoridad para llevar adelante una investigación adecuada y prevenir la intervención de funcionarios que nada tienen que hacer en la escena de un evento criminal, o por lo menos vestirlos con materiales que impidan la destrucción o el mezclado de pruebas existentes. Es una deuda que el Estado tiene para con la sociedad agotar los medios para esclarecer los magnicidios que
han golpeado nuestra historia reciente y empezar a dejar claro a la sociedad que el crimen finalmente se castiga.