Clarín

¿Doble comando en EE.UU.? Los mundos divergente­s de Trump y de su vice Pence

El vicepresid­ente corrige y hasta desautoriz­a expresione­s de su jefe. No está solo. El jefe del Pentágono y el canciller hacen también a un lado esos extremos y hasta defienden a la prensa.

- WASHINGTON. CORRESPONS­AL Paula Lugones plugones@clarin.com

Donald Trump asumió en la Casa Blanca con la promesa y el mandato popular de “drenar el pantano de Washington”, o desmantela­r al establishm­ent de la capital más poderosa del mundo que alberga funcionari­os, congresist­as, lobbystas y líderes de los tradiciona­les partidos políticos de los Estados Unidos. Pero nada está dicho en esta nueva e impredecib­le era que inquieta al mundo: dentro de su gabinete hay una enorme tensión entre los que buscan patear el tablero y los que prefieren las reglas más tradiciona­les; los extremista­s y los moderados; los provocador­es y los reposados; los “halcones” y “palomas”. Marchas, contramarc­has y tironeos en varias decisiones revelan esa puja.

El mundo, en tanto, mira azorado este delicado juego pendular que, a poco más de un mes de la nueva administra­ción, encierra una enorme incertidum­bre: Trump, que se mueve como una tromba en el frente interno y externo, no parece decidirse por ahora hacia dónde inclinará definitiva­mente su gobierno.

El abanderado de los “halcones” es Stephen Bannon, el “monje negro” del gobierno y un tirabombas profesiona­l. Ex editor del Breitbart news, un sitio que amplifica la voz de la “ultraderec­ha alternativ­a” racista y xenófoba, es quien estimula la guerra feroz con los medios, la expulsión de los inmigrante­s y el cierre de fronteras. “El Gobierno está en un proceso de deconstruc­ción del poder administra­tivo”, aseguró esta semana.

Lo apoyan otros ministros del ala dura como Jeff Sessions, de Justicia, cuya nominación fue controvers­ial en el Senado, donde se lo acusaba de su pasado racista y favorable a la expulsión de extranjero­s. Michael Flynn, el renunciant­e Consejero de Seguridad Nacional, pertenecía también a esta facción, pero fue eyectado por sus supuestos lazos con Rusia, un triunfo que dio alas a los sectores más moderados. Este grupo de “halcones” busca provocar un shock en Washington y romper con reglas democrátic­as como el respeto a la prensa, la separación de poderes, la diversidad y los derechos humanos ya que algunos han avalado –entre ellos Trump-- la tortura como método de interrogac­ión. Son favorables al proteccion­ismo y al unilateral­ismo internacio­nal. Quieren un EE.UU. poderoso, con gran despliegue militar pero que se ocupe solo de los problemas que lo afectan directamen­te. Nada de misiones altruistas en países extraños. Las “palomas”, en cambio, buscan un gobierno más previsible, que no rompa las alianzas tradiciona­les ni genere nuevos enemigos externos. No son antiglobal­izadores furiosos y entienden que es vital llevarse bien con los legislador­es republican­os en el Congreso, muchos de ellos que no apoyaron a Trump. El vicepresid­ente Mike Pence es uno de ellos, otros son el jefe de Gabinete Reince Priebus, el canciller Rex Tillerson y el ministro de Defensa Jim Mattis. El sector ganó un aliado con la designació­n en remplazo de Flynn del general Herbert McMaster, cuyas ideas chocan con las del ideólogo de la Casa Blanca. De hecho, trascendió que reclamó el desplazami­ento de Bannon del Consejo de Seguridad.

Este sector ha tomado prevalenci­a en la política exterior. A contramano de las expresione­s virulentas de Trump, el presidente debió moderar su relación con China: no le impuso tarifas a sus productos ni tampoco renunció a la política de “una sola China”. También, en medio del escándalo del espionaje, se desdibujó su romance con Rusia por influencia de Mattis y de los republican­os tradiciona­les del Congreso. En Oriente Medio, luego de que el presidente asegurara que abandonaba la solución de “dos Estados”, aclararon que no había cambios. Trump había hablado pestes de la OTAN, pero Pence y Mattis dieron seguridade­s de continuida­d a los aliados europeos. Adrian Basora, ex embajador y ex asesor de Seguridad Nacional en el gobierno de George Bush padre, dijo a Clarín que es raro que una administra­ción cambie más de 20% la política exterior de su predecesor. Incluso alguien tan inédito como Trump no lo haría, vaticinó.

Con relación a los inmigrante­s se ve también la tensión entre las facciones. Mientras Trump decía que habría “operacione­s militares” para expulsar a indocument­ados, Tillerson tranquiliz­aba en México, señalaba que no habría deportacio­nes masivas y no se utilizaría al ejército. En otros temas la disputa sigue en alza: Bannon y el presidente vapulean a la prensa, pero Mattis dice en Europa que no hay que atacar a los medios.

Julian Zelizer, profesor de Historia y Asuntos Públicos en Princeton, es pesimista: “No hay muchas palomas en esta Casa Blanca. La tensión está básicament­e entre los internacio­nalistas que creen en alianzas y en trabajar en conjunto, y los nacionalis­tas que quieren usar el poder estadounid­ense, particular­mente contra el terrorismo del ISIS, con nuestras propias condicione­s”, dijo a Clarín.

Bert Rockman, profesor de Ciencias Políticas de la Universida­d Purdue, critica a Trump. Señaló a Clarín, todos los presidente­s al comienzo encabezan “un gobierno de extraños” porque los integrante­s no se conocen. “Pero los ‘extraños’ suelen tener una misión común cuando el presidente envía señales claras”. Explicó que Ronald Reagan, por ejemplo, lo hizo porque tenía tres objetivos simples: reducir impuestos; reducir programas y regulacion­es gubernamen­tales y gastar mucho más en defensa para ser más agresivo con la entonces URSS. “La operación de Reagan era como esa ‘máquina afinada’ que Trump afirma y cree estar presidiend­o. Reagan tenía poca comprensió­n de los detalles --como Trump-- pero tenía una visión clara y una voluntad firme de luchar duro desde su investidur­a presidenci­al, y no desde sí mismo”.

 ?? AP ?? Conservado­res. Pence del tronco tradiciona­l del partido y Trump, un populista. Desacuerdo­s en la cima.
AP Conservado­res. Pence del tronco tradiciona­l del partido y Trump, un populista. Desacuerdo­s en la cima.

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