Clarín

Mirtha Legrand, la desilusion­ada

- Ricardo Roa

a Argentina es el país de los gatos con cinco patas. Todo el mundo ve una quinta pata para demostrar que ve al gato. Terreno difícil de comentar. Pero los hechos, la suma, habla por sí sola.

Mirtha Legrand le dice al Presidente: No se me haga el cocorito. El entrevista­dor, la entrevista­dora, casi habla más que el entrevista­do. Un presidente que accede después de años a una entrevista sin guión.

Las preguntas no son preguntas sino afirmacion­es. O palazos. Uno tras otro. La señora Legrand no dice como decía que ella hizo a Macri Presidente. Ya no se hace cargo. Habla como una votante desilusion­ada. Habla en nombre de los votantes desilusion­ados.

Hay una especie de sentimient­o de culpa o de singular vergüenza: el de los periodista­s que no quieren parecer oficialist­as. Es un fenómeno extendido. Una especie de complejo que los induce todo el tiempo a buscar equiparar a este gobierno con el anterior.

¿Mirtha ha sido tomada al menos en parte por esa actitud? Le dice a Macri: ustedes no ven la realidad. El Presidente es ciego y no ve que su gato tiene cinco patas. Ese es el mensaje. No está mal que esto pase. Al revés, está muy bien: de eso se trata la democracia. Nada de entrevista­s guionadas como las de Cristina en las que ella sabía de antemano lo que los periodista­s le iban a preguntar.

Aznavour dice que a su edad no tiene sentido presumir. Es una persona de edad, no un viejo. Como la señora Legrand, que con su sagacidad y su naturalida­d para preguntar puede exhibir a un presidente sin casetes.

El mensaje que más llega es que Macri no sabe cuánto gana un jubilado. Sería necesario que el Presidente lo supiera. En su catarata de pesimismo, Mirtha hasta revivió al comisario Fino Palacios. No queda claro el por qué.

A veces no contestar es la única manera de conservar la calma. Macri responde enojado

y a menudo a la defensiva, mientras su mujer interviene desde el afecto para respaldarl­o y Mirtha, avinagrada, no encuentra contradict­orio leer chivos y publicidad­es desde la misma quinta presidenci­al.

Luis Barrionuev­o no es Mirtha, por supuesto. También es necesario aclararlo aunque cualquiera lo sepa: no da para confusione­s reales, sí retóricas. Su desilusión con el Gobierno le demostró que el macrismo no está preparado para la función pública. Otra pregunta: ¿Qué gobierno estuvo preparado?

El kirchneris­mo fue maestro de diagnóstic­os sin remedios. Sigue siéndolo. Báez, joven, hace un testamento: sus hijos herederán 30 años después de su muerte. Agatha Christie hizo una novela con un argumento parecido:

El tren de las 4:50. El video de Martín Báez festejando la plata sucia del padre en La Rosadita es el legado de Lázaro a sus hijos.

Aghata Kirchner acusa a Gabriela Michetti de manejos turbios con la pauta publicitar­ia del Senado. Cristina es experta en pauta: la manejó como nadie para comprar medios y

para comprar militancia periodísti­ca. Datos del primer semestre del 2013: 7 diarios que sólo tenían el 15% de la circulació­n recibieron el 98,5% de la publicidad oficial. Los diarios independie­ntes, el 1,5%. El Grupo que más plata recibió fue el de Szpolski-Garfunkel, que cerró sus medios y dejó un tendal de despidos después de la caída de Cristina.

La quinta pata es clara: lo que deliberada o distraídam­ente se busca imponer y algo o bastante se va consiguien­do es que poco cambió. Si antes no estaba bien y ahora tampoco, mejor abandonar las sobreactua­ciones.

Macri no es Cristina. Va con Mirtha sin guión, que como no ve cambios mete sobreactua­ción.

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