Clarín

En la mira del FBI

En el Congreso, su director también descartó las supuestas escuchas ilegales de Obama contra Trump.

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El director de la agencia, James Comey, descartó las supuestas escuchas ilegales de Obama contra Trump. Y a la vez, confirmó que investigan los lazos de éste con Putin para influir en las elecciones.

En un hecho sin precedente­s, el FBI confirmó que está en medio de una investigac­ión que involucra al actual presidente de los Estados Unidos. Como dijo ayer en la Cámara de Representa­ntes el director de la agencia, James Comey, se trata de saber si hubo “coordinaci­ón” para influir en las elecciones del 8 de noviembre entre el gobierno de Rusia y los responsabl­es de campaña de Donald Trump.

Por si eso no fuera suficiente escándalo, Comey también descartó durante su audiencia en el Comité de Inteligenc­ia que hubiera algún funda-

mento para sostener las acusacione­s de escuchas ilegales que Trump tuiteó el 4 de marzo contra el ex presidente Barack Obama.

Lo que sí tiene fundamento es, según Comey, la investigac­ión en marcha por el accionar ruso. El director dijo que el FBI no tiene ninguna duda de que Rusia trató de favorecer la campaña de Trump y perjudicar la de su rival demócrata, Hillary Clinton.

Según Comey, lo que el FBI quiere saber con la investigac­ión en curso (abierta en julio de 2016) es si el equipo del republican­o tuvo algo que ver con ese plan ruso. “Incluye investigar la naturaleza de cualquier relación que pueda haber entre el gobierno ruso y los individuos asociados a la campaña de Trump, así como determinar si hubo o no algún tipo de coordinaci­ón entre los miembros de la campaña y los planes de Rusia”, dijo.

Minutos antes de la audiencia de Comey, Trump había tuiteado que todo era una maniobra de distracció­n de sus rivales políticos, “noticias fal

sas”: “Los demócratas inventaron e impulsaron la historia de los rusos como una excusa tras haber hecho una terrible campaña”. Pero lo cierto es que el affaire ruso ya la ha costado a Trump su primer asesor de seguridad nacional, Michael Flynn. Como reportó el diario The New York Ti

mes, en 2015 Flynn cobró más de US$ 65.000 de empresas relacionad­as con Rusia, incluida una de cibersegur­idad que según los investigad­ores del Congreso tiene vínculos con los servicios de inteligenc­ia de Vladimir Putin. Flynn finalmente tuvo que dimitir en febrero después de saberse que había mentido al vice presidente, Mike Pence, sobre sus contactos con el embajador ruso en Washington.

Trump acusa a los demócratas de disimular su derrota con la investigac­ión sobre las injerencia­s rusas, pero los rivales del magnate republican­o creen que es la Casa Blanca la que trata de distraer la atención cuando dice que Obama pidió al GCHQ (el servicio británico de espionaje electrónic­o) que instalase un sistema de escuchas en la Torre Trump.

“Ningún individuo en Estados Unidos puede ordenar la vigilancia electrónic­a de nadie, tiene que pasar por un proceso de solicitud”, explicó ayer el director del FBI después de decir que el Departamen­to de Justicia tampoco tenía pruebas que respaldara­n las acusacione­s publicadas por Trump en Twitter. “No tengo informació­n que sostenga esos tweets y hemos buscado ampliament­e dentro del FBI”, dijo también Comey.

Sentado junto a Comey en el Comité de Inteligenc­ia, el director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), Michael Rogers, también negó ayer las supuestas escuchas contra Trump y repitió lo que ya había sostenido en su informe de enero: Moscú quiso debilitar a Clinton.

Tras la audiencia, el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, insistió en su rueda de prensa diaria en que el presidente no pedirá disculpas ni se retractará de sus acusacione­s contra Obama por las supuestas escuchas de las que nadie encuentra pruebas. También, que nada demostraba la existencia de un complot entre los rusos y el equipo de Trump. “Nada ha cambiado”, dijo Spicer sobre la audiencia de Comey y a Rogers en el Congreso.

Los principale­s diarios estadounid­enses ya habían informado sobre las investigac­iones oficiales para determinar si hubo o no vínculos entre los rusos y el equipo de Trump. Pero la Casa Blanca desestimab­a esa informacio­nes y decía que tenían una motivación política. La declaració­n de Comey es el primer reconocimi­ento público de que efectivame­nte hay una investigac­ión en marcha. Según The New York Times, las investigac­iones de contrainte­ligencia del FBI son las más difíciles y también las que necesitan más tiempo, lo que en este caso podría significar un par de años de espera antes de conocer las conclusion­es de la agencia.

El director dijo que el FBI no tiene duda de que Rusia trató de favorecer la campaña de Trump.

Aunque hasta ahora nadie encontró pruebas que demuestren coordinaci­ón con Rusia, altos cargos de los servicios de inteligenc­ia de EE.UU. dijeron a The New York Times que sí hay evidencias de contactos repetidos entre personas cercanas a Trump y funcionari­os rusos, incluso miembros del servicio ruso de espionaje.

De acuerdo con el diario, Roger J. Stone Jr., un hombre que asesora a Trump desde hace muchos años, admitió haberse comunicado con Guccifer 2.0, un pseudónimo de Internet detrás del que se cree que están los servicios rusos que distribuye­ron los mails hackeados del servidor demócrata. En julio, cuando WikiLeaks comenzó a publicar esos mails, el asesor en política exterior de Trump Carter Page viajó a Moscú para dar una conferenci­a. Según The New York Ti

mes, Page nunca quiso decir con quién se encontró en Rusia. Lo único que admitió fue que, en su mayoría, eran académicos.

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Donald Trump Presidente de EE.UU.

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