Gran Bretaña ya le puso fecha al inicio de la ruptura con la Unión Europea
La oficina de la primera ministra Theresa May anunció que será el 29 de este mes. Y lo hará a través de una carta formal al Consejo de Europa. Las negociaciones pueden durar dos años.
Son 261 palabras que van a cambiar la historia británica. El artículo 50 del Tratado de Lisboa, largamente debatido en el Parlamento para que no fuera modificado ni en una coma, será lanzado por la primera ministra Theresa May el próximo 29 de mar
zo. Así se iniciará el Brexit. El proceso que pone en marcha el divorcio entre Gran Bretaña y la Unión Europea, que ha dejado al reino dividido como nunca.
Cuando la ministra May se encontraba de viaje en Swansea, un vocero de Downing St confirmó que ella pondrá en marcha el formal mecanismo “el 29 de marzo a través de una carta”, que dirigirá al Consejo de Europa notificando su decisión y usando el inédito artículo por primera vez, que otorga dos años como límite a las negociaciones, después del cual el Tratado deja de aplicarse sobre ese Estado. Las negociaciones se pueden extender, pero deben ser aprobadas por unanimidad por los demás miembros de la UE. Esto significa que la membresía europea de Gran Bretaña finalizará el 29 de marzo del 2019. Si antes no decide retirarse de las negociaciones sin acuerdo, porque las transacciones la pueden llevar a “un mal acuerdo”.
May deberá enviar la carta, notificar al presidente Donald Tusk y luego, hacer una declaración en la Cámara de los Comunes británica. El embajador británico en la Unión Europea, Sir Tim Barrow informó como cortesía, en la mañana de ayer, al polaco Donald Dusk, presidente del Consejo de Europa, de las intenciones de la primera ministra británica.
Brexit será Brexit, pero nadie tiene la menor idea de cómo será. La primera ministra conservadora se ha inclinado por un “Hard Brexit”. Se fue del mercado único porque no quiere aceptar la libertad de movimientos de ciudadanos europeos que ello implica por su obsesión antimigratoria. Así comienza una negociación tan difícil como imprevisible con sus interlocutores europeos, furiosos con ella y sus actitudes.
“Yo he dicho claramente que quie- ro asegurar que tengamos el mejor acuerdo posible para Gran Bretaña, que funcione para cada uno a lo largo de Gran Bretaña y a todas las partes de Gran Bretaña cuando entremos en esas negociaciones”, dijo la primera ministra desde Swansea, Gales.
May tenía serios problemas de calendario para el Brexit. No podía anunciarlo el día de la elección holandesa -como era su proyecto- porque la influenciaba. Tampoco cometer la indelicadeza de anunciarlo el 25, cumpleaños de Europa en Italia, y luego, la emboscada del segundo referéndum por la independencia de Escocia la complicó aún más. Estos impedimentos han conseguido que el tratamiento formal del Brexit se postergue, al menos por seis semanas, en el Consejo de Europa y su Parlamento. Deberá pasar Pascua y el receso parlamentario. Algunos creen que recién será tratado en junio. En 48 horas, Gran Bretaña recibirá una acuso formal de recepción.
El Consejo de Europa había previsto una cumbre el 6 de abril para tratar el Brexit. El retardo de May impedirá ese encuentro. Ahora tomará entre 4 a 6 semanas obtener una respuesta después que los 27 Estados de la UE consigan un consenso. Ellos deben escribir en la respuesta una posición común que aún no tienen.
La primera demanda de los europeos a Gran Bretaña será que pague su cuenta a la UE. Un divorcio estimado en 57 billones de libras esterlinas (70 mil millones de dólares) y asegurar los derechos adquiridos de los ciudadanos británicos en Europa y de los europeos en Gran Bretaña, aún en el limbo legal. “Este divorcio será terrible. Nos van a decir: Primero firmá la separación de bienes, pagá y la discusión de los hijos viene después. No tenemos uno solo que nos quiera en el Consejo de Europa ni en Bruselas”, graficó uno de los grandes capitanes de la industria británica a Clarín.
En Gran Bretaña tampoco será fácil para May. Deberá repatriar la legislación europea a la Cámara de los Comunes y de los Lores. Allí volverá a enfrentar la rebelión de su propio partido conservador, que se opone a perder la soberanía parlamentaria y a votar a libro cerrado.