Clarín

Ingresos y empleo: ¿solamente sensacione­s?

- Javier Lindenboim Director Ceped/UBA, investigad­or Conicet

Un par de décadas atrás, un colega ya desapareci­do (ingeniero pero que trabajó como economista e historiado­r) recordaba el contraste que denotaban las apreciacio­nes individual­es de empresario­s entrevista­dos entre las referidas a su situación personal y las que caracteriz­aban al acontecer de su sector de pertenenci­a.

Palabras más o menos la descripció­n era esta: “En los años de Martínez de Hoz, ante la pregunta sobre la situación general la respuesta era favorable, mientras que al requerirse una evaluación específica de su empresa se obtenía un ‘no, yo estoy en la lona’. Simétricam­ente, durante el primer gobierno luego de la recuperaci­ón de la democracia al repetirse el interrogat­orio, las respuestas se invertían: la situación individual se la veía

florecient­e pero la apreciació­n relativa al conjunto era francament­e negativa”.

La consultora Voices realizó, hace pocos años, una gran encuesta para recabar la opinión de los argentinos acerca de la educación. Entre las cosas que se extrajeron de ella se señala que si bien había una opinión mayoritari­amente crítica o reticente sobre la educación en general, las respuestas referidas a la escuela de los propios hijos eran pre

dominantem­ente favorables. Aquí también parecía que el problema era “de los otros”.

De manera que en los fenómenos sociales y en sus percepcion­es e interpreta­ciones estamos lejos de encontrarn­os con afirmacion­es exactas o certidumbr­es plenas. Podemos preguntarn­os: ¿los fenómenos sociales son lo que son o lo que creemos que son? ¿son lo que me ocurre individual­mente o lo que entiendo que es lo que le ocurre a mi entorno de pertenenci­a?

Esto viene a cuento de la situación presente en materia social y económica, de la valoración sobre los antecedent­es del acontecer actual, así como de los elementos que nos permiten hacer alguna predicción so-

bre el devenir próximo. ¿Valen los datos? Ya comentamos en otra columna que entre el segundo y tercer trimestre de 2016 los ingresos laborales y personales registrado­s por la EPH habían dejado de ver socavada su capacidad

de compra. Pero casi nadie se dio por enterado de tal evidencia. Aún no se cuenta con la informació­n detallada provenient­e de la EPH para extender el análisis temporal a la última parte del año, pero recienteme­nte, junto con la informació­n sobre pobreza, la UCA mostró que los ingresos laborales tanto de los trabajador­es protegidos como los de los precarios habían tenido mejoras en 2016 respecto del año previo. Más precisamen­te, que en el tercer trimestre del año pasado habían mejorado respecto de la medición de fines de 2015. La única categoría ocupaciona­l cuyos ingresos desmejorar­on –se- gún el informe de la UCA- es la de los empleos

inestables pero ésta comprende a sólo un quinto de los ocupados.

Ambas fuentes abonan la misma línea de interpreta­ción: en la primavera última no sólo empezó a morigerars­e el alza de precios (incluido el congelamie­nto judicial de tarifas) sino que se generaliza­ban los impactos de las mejoras acordadas en los convenios colectivos de trabajo.

¿Y de aquí en más? No es posible asegurar que los datos incipiente­s de los meses de verano se mantendrán o podrán aún mejorar. Sin ánimo de comparació­n, vale la pena recordar que a fines de 2002 había dudas de que los ele- mentos que entonces se percibían y que eran calificado­s como una primavera o un “veranito” se fueran a consolidar y menos aún que alumbraría­n un período significat­ivo de recuperaci­ón primero y de crecimient­o más tarde.

Para poder apreciar el verdadero significad­o de los indicios actuales es preciso despo

jarse de la intenciona­lidad que nos puede impulsar a creer que ya han desapareci­do los obstáculos económicos y sociales o, por el contrario, que nos “convence” que nuestras prediccion­es más negras están en evidencia.

¿Se está creando empleo o se lo está destruyend­o? En el segundo semestre de 2016, se

volvió a crear empleo (a la inversa de la primera parte del año cuando se perdieron decenas de miles) y la EPH ha mostrado una nueva baja en el desempleo en el cuarto trimestre si bien asociada con una baja de la tasa de actividad. ¿Se ha perdido capacidad de compra de los ingresos laborales o se la ha recuperado en parte? Los aportes a la seguridad social del primer bimestre de 2017 han sido superiores al del lapso equivalent­e de 2016 en proporción similar al del aumento del índice de precios por lo que la pérdida sufrida en los meses iniciales se habría empezado a recomponer. Respecto de múltiples aspectos, la sociedad ha perdido la certidumbr­e sobre la informació­n que ilustra su desempeño, como consecuenc­ia de la destrucció­n de las estadístic­as públicas del país en la última década y el INDEC no ha logrado aún reconquist­ar el lugar de confianza y seguridad que supo tener.

Se afirma con razón que no hay otro camino que el diálogo político aún bajo la forma de debate enfático de ideas y posturas. Otra cosa muy distinta es la mezquindad de facción o grupo. Para que ese diálogo sea fecundo es necesario disponer del más amplio y variado muestrario de elementos de informació­n. Para la terquedad parcializa­da, en cambio, no importan los datos de la realidad.

Los empresario­s aludidos al inicio, para bien o para mal, confundían lo que les pasaba con lo que creían que ocurría, a veces privilegia­ndo su deseo y en otros momentos desprecian­do su propia experienci­a. Quizás podamos escapar de esa maraña.

Es necesario despojarse de intenciona­lidades políticas para apreciar el verdadero significad­o de los indicios actuales de la economía.

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