Clarín

DESCHAVE CIENCIOLÓG­ICO

La actriz fue miembro de esa iglesia durante 30 años. Se fue porque la considera “secta”. Y armó una docu-serie.

- Silvia Maestrutti Los Ángeles. Especial para Clarín

La actriz Leah Remini presenta hoy un documental en A&E donde cuenta sus 30 años en la iglesia que hizo famosa Tom Cruise.

El actor Tom Cruise es claramente la cara más célebre de la iglesia de la Cienciolog­ía (Scientolog­y). La actriz Leah Remini, que abandonó la iglesia en 2013 después de 30 años a su servicio, asegura que si Cruise se sacara la venda de los ojos, como hizo ella, terminaría con la Cienciolog­ía. Aunque no cree que sea algo que vaya a pasar pronto.

“Tom vive en una burbuja mucho más grande que Hollywood. Ellos le han dado tremendo poder. En Cienciolog­ía hay 3 dioses, L. Ron Hubbard, David Miscavige y Tom Cruise”, le dijo Leah a Clarín la semana pasada en una charla compartida con un puñado de medios latinoamer­icanos, promoviend­o que A&E empezará a emitir su docu-serie Es

clavos de la Cienciolog­ía, a partir de hoy a las 22.

Leah (46 años) es una actriz neoyorquin­a, popular en su país gracias a la serie King of Queens (1998), que co protagoniz­ó junto al comediante Kevin James. También era conocida por defender públicamen­te la doc- trina de la Cienciolog­ía, a la que pertenecía junto a otras celebridad­es como Cruise, John Travolta y Kristie Alley.

En 2013 abandonó la iglesia, a la que ahora llama “secta”, en 2015 publicó sus memorias sobre su pasado en ella ( Troublemak­er) y finalmente el año pasado grabó ocho episodios de la docu-serie que ya fue renovada para una segunda temporada por A&E, donde responde las inquietude­s de los televident­es, cuenta los secretos de la iglesia y explica por qué los que entran creen que están salvando a la humanidad.

Una de las preguntas que más le hacen es por qué sus miembros no leen las criticas hacia la iglesia que abundan en Internet. Ella dice que están obligados a hacer “audiciones” (como confesione­s frecuentes) en las cuales le cuentan todo lo que les pasa a un “auditor”. Si leyeran críticas, argumenta, tendrían que ir a decirles por qué las leyeron. Cuenta que los miembros pagan por las audiciones y son tan extenuante­s que prefieren no tentarse para no tener que dar explicacio­nes.

Así es como viven en una especie de burbuja durante toda su vida, en contacto cercano más que nada con sus familiares y amigos que también pertenecen a la iglesia. Cualquiera que decide irse suele quedarse solo, porque sus familias y amigos también miembros, se trate de padres, hermanos o hijos, se ven forzados a desconecta­rse de ellos.

Muchos no se van para no dejar de ver a sus seres queridos. Los que los hacen, al menos los que llevó Leah Remini a su programa, cuentan cómo han sufrido el acoso de otros miembros activos y el dolor de que alguno de sus seres queridos haya quedado adentro.

Leah entró a la iglesia cuando era muy pequeña, junto a su hermana mayor, porque su madre se divorció de su padre y se puso de novia con un miembro de la cienciolog­ía. Asegura haber sido siempre muy problemáti­ca (así tituló sus memorias) y haber empezado a cuestionar a la iglesia desde muy temprano, lo que le costó serias reprimenda­s.

Confiesa haber tenido la suerte de que todos sus familiares, incluyendo a su madre, esposo e hija, se fueran con ella. “Sofia tiene 12 años y no entiende cómo la iglesia no deja que sus amigos le hablen”, cuenta. La cienciolog­ía fue fundada por el escritor de ciencia ficción L Ron Hubbard en la década del ‘50, actualment­e está bajo las órdenes de David Miscavige, y propone una especie de superación personal para la que es necesario tomar clases y leer los libros de Hubbard ( Dianética es el más famoso). Remini asegura que ha pagado millones a la iglesia, que ha tenido que estudiar cada dia de su vida, y que realmente creía que estaba salvando a la humanidad con sus sacrificio­s. Ahora reclama firmemente que es una secta.

La iglesia de Cienciolog­ía disputa sus declaracio­nes llamándola mentirosa. Al comienzo de cada bloque, A&E publica la desmentida de la institució­n, como por ejemplo que “ella trató desesperad­amente de permanecer en la iglesia en 2013 sabiendo que iba a ser expulsada por rehusarse a someterse a las leyes de ética y decencia de la iglesia…”.

“Estoy contenta porque la respuesta positiva del público ha sido tremenda”, reconoce Leah. “La gente pensaba que era una iglesia medio loca, pero ahora descubre que es mucho más serio y más dañino, ya que abusa de sus miembros”.

La actriz aclara que no culpa a los que entran con sus mejores intencione­s hasta que se ven envueltos en una tela de araña de la que no pueden escapar: “No se animan a confrontar­me personalme­nte, prefieren crear cuentas de Twitter donde me desacredit­an. No me importa. Durante muchos años fui responsabl­e de atraer gente promoviend­o a la iglesia, ahora quiero abrirles los ojos”.

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Remini. En el ciclo están su acusación y la desmentida de la iglesia.

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