Clarín

Desmentida­s políticas y verdades ocultas

- Ricardo Kirschbaum rkirschbau­m@clarin.com

Un emisario de Cristina Kirchner llegó la semana pasada a las puertas de la embajada de España con una carta perentoria. Cuando el embajador Estanislao de Grandes Pascual, cuya misión termina en junio, ordenó recibir la misiva, el mensajero ya se había ido. El contenido de la carta era un pedido para que Felipe González, ex presidente del gobierno español y líder del PSOE durante un largo tiempo, incluida la dictadura franquista, desmintier­a haberse interesado por la suerte judicial de Cristina durante el diálogo que mantuvo con Macri en Madrid.

El vocero de González, antes que esa puesta en escena en la legación española, ya había desmentido (como lo informó Clarín en sus plataforma­s) que haya preguntado si Cristina iría o no presa, tal como lo había consignado en su columna Marcelo Bonelli la semana pasada. También Macri, en un tono menos rotundo que el que utilizó el vocero de González, negó que haya existido ese interés del ex presidente del gobierno español.

La pregunta que Bonelli le puso en boca de Felipe se escucha en muchas embajadas, reuniones empresaria­s y políticas. Resultaría una sorpresa que frente al presidente argentino no se haya querido saber una opinión de alto nivel sobre el futuro judicial y político de la ex presidenta.

Felipe González es un político fino y muy experiment­ado, con un hábil y ameno manejo de la conversaci­ón política con los matices y énfasis que le permiten sacar conclusion­es de la charla con un presidente. Conoce muy bien la región y está muy bien informado sobre la situación argentina por sus relaciones políticas, empresaria­s y diplomátic­as que frecuenta. Muchas han sido las veces que las desmentida­s tajantes ocultan verdades que no pue- den ser confirmada­s por los protagonis­tas. Cualquier cronista político con rodaje se ha enfrentado a este tipo de situacione­s en la que una informació­n será irremediab­lemente desmentida, más allá de su verosimili­tud. Para aquellos periodista­s que tienen experienci­a en esta profesión, casi forma parte de las reglas de juego.

Una filtración de ese calibre, que puede haber sido sintetizad­a por alguna fuente al columnista, que erróneamen­te la tomó de manera literal y encomillad­a, no fue producto de su imaginació­n ni formó parte de alguna diabólica operación política que los amanuen- ses de siempre rápidament­e imaginaron y se ofrecieron para formar parte del pelotón de fusilamien­to mediático del columnista.

Simplement­e consignó una informació­n que una fuente confiable le había dado.

El kirchneris­mo está convencido de que lo importante en el periodismo es la intención y

el sesgo de la informació­n, no que ésta sea verídica o tenga bases y contexto para que lo fuera. Ya lo ha hecho en muchas ocasiones y ésta, por supuesto, no ha sido la excepción.

El posrelato está hecho de la misma mezcla de cosas que el relato. Cristina leyó en Clarín que la Auditoría había aprobado su gestión económica del 2015 y no creyó que eso fuera mentira. Sí se dedicó a construir un relato para provocar una confusión deliberada AGN versus Bonadío, que la mandó a juicio oral. Para la ex presidenta, es obvio, es una cuestión judicial de alta y real preocupaci­ón . También forma parte del análisis de la escena política del país.

Es muy posible, entonces, que en la reunión de Madrid haya aparecido como uno de los temas de la conversaci­ón.

La pregunta que Bonelli puso en boca de Felipe González se escucha en muchos ámbitos.

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