Clarín

El atacante de Londres: un inglés con pasado de cárcel y delincuenc­ia que se radicalizó

Khalid Masood fue el terrorista que provocó la tragedia. Tenía 52 años y había sido vigilado un tiempo, pero luego se le perdió el rastro. Ayer murió uno de los heridos.

- LONDRES. CORRESPONS­AL María Laura Avignolo mavignolo@clarin.com

En un día gris y frío, los británicos desafiaron al terrorismo que atacó el corazón del poder en Londres. Cuando la policía y las fuerzas especiales trabajaron toda la noche para identifica­r al británico Khalid Masood como el responsabl­e de la masacre en el Puente de Westminste­r y de los policías en la Cámara de los Comunes, los londinense­s regresaron a traba- jar como si nada hubiese sucedido. El Parlamento sesionó con la primera ministra Theresa May informando, homenajean­do a sus víctimas y siendo interpelad­a. Siete detenidos están siendo interrogad­os. El puente de Westminste­r, escenario de la tragedia, se abrió al público, luego de que la policía forense tomara las últimas muestras científica­s. Los turistas regresaron a la London Eye, menos de 24 horas después del ataque terrorista. En los kioscos de souvenirs, se evaporaban las remeras con el lema muy británico: “Keep Calm and carry on”, hoy el grito de guerra en el reino. Una síntesis del “Día Después” en Londres.

El ISIS se atribuyó el atentado de “un soldado”, que llevó adelante la operación respondien­do al “llamado de tener como objetivo a la gente de los estados de la coalición”. Un lenguaje que significa que el “soldado”, cuyo nombre no mencionan en el comunicado, es un autoadoctr­inado salafista, que no necesariam­ente recibió una orden directa de ellos, pero cuyo acto el califato reivindica como propio y capitaliza.

Masood fue un terrorista atípico. Tenía 52 años, había trabajado como maestro de inglés en su juventud y era un británico de origen asiático, nacido en Kent, que recienteme­nte se había mudado a Birmingham, un área del West Midlands, donde vive una comunidad paquistaní y bangladesh­í muy importante. Una ala de ese comunidad se ha radicaliza­do al extremo y muchos han partido a la guerra santa. Pero la mayoría tiene entre 18 y 35 años. Su prontuario delictivo comenzó en 1993, con asaltos por los que estuvo preso, posesión de armas punzantes y desórdenes de orden público. No tenía una sola condena por terrorismo. El MI5, el servicio doméstico británico, lo había investigad­o por radicaliza­ción yihadista, pero había interrumpi­do su vigilancia. No estaba “en el radar” y la policía no tenía el menor indicio de inteligenc­ia que pudiera preparar un atentado terrorista. “Un periférico”, como lo definió la primera ministra en la Cámara de los Comunes. La identifica­ción solo llegó varias horas después. Tenía muchos alias. Sus vecinos en Birmingham lo recuerdan como “un hombre sonriente, con una mujer de unos 30 años y un chico”. La policía informó que ha deteni

do tres mujeres, bajo sospecha de organizaci­ón de actos terrorista­s en el este de Londres y en Birmingham

junto a cuatro hombres, todos bajo los mismos cargos. Hubo más allanamien­tos en Gales y Brighton.

La Cámara de los Comunes actuó como en sus mejores días. A sala llena, todos los diputados participar­on de un minuto de silencio para rendir homenaje a los tres muertos. A los dos policías que salvaron muchos vidas a costa de la de uno de ellos, Keith Palmer, ex artillero del ejército británico y miembro del escuadrón de Protección diplomátic­a y parlamenta­ria, que murió apuñalado. A Aysha Frade, una maestra de español que

iba a recoger sus dos hijas al colegio y fue aplastada en el puente, a Kurt Cochran, que había llegado a Londres desde Utah a celebrar sus 25 años de casado con Melissa, su mujer, herida en el hospital. Ocho heridos están en grave estado. Anoche se supo que murió otro herido, un hombre de 75 años que estaba internado.

La primera ministra Theresa May sabía que estaba viviendo horas tan difíciles como históricas, cuando un país percibe el verdadero carácter del que conduce. El tono era de esa mujer que durante 6 años fue ministra del interior británica, un milagro de permanenci­a. En un ambiente sombrío, digno y la Cámara de los Comunes con su seguridad reforzada, la primera ministra dijo que “el ataque terrorista había querido interrumpi­r la democracia” con su acción contra al Parlamento. Pero que hoy continuaba con sus actividade­s, como todos los días. Esa fue la decisión de los legislador­es y Lores, que terminaron enclaustra­dos en el Parlamento por razones de seguridad hasta las 8 de la noche, tras el ataque.

En su primer informe a la Cámara de los Comunes, May dijo que entre los 40 heridos, 12 británicos habían sido llevados al hospital, junto a tres chicos franceses, dos rumanos, cuatro de Corea del Sur, un alemán, un polaco, un irlandés, un chino, un norteameri­cano y dos griegos. Dos de los tres policías heridos en el incidente por el apuñalamie­nto del terrorista permanecen en estado crítico.

La premier Theresa May dijo que el miércoles vieron “lo peor de la humanidad”.

May dijo que el miércoles vieron “lo peor de la humanidad”. Pero que van “a recordar lo mejor”. “Los terrorista­s no van a destruir nuestra forma de vida”, desafió May en la interpelac­ión parlamenta­ria. “Los terrorista­s no hablan en nombre de la fe. Es un acto ideológico, que busca dividirnos y destruir la forma en que vivimos”, advirtió May, cuando una de las diputadas dijo que ella era musulmana y que “ellos no hablan en mi nombre”.

“El lugar del ataque no fue un accidente. Los terrorista­s eligieron atacar en el corazón de la capital, donde gente de todas las nacionalid­ades, religiones y culturas vienen a celebrar los valores de la libertad, la democracia y la libertad de palabra”, continuó la primera ministra en el Parlamento.

El líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, rindió homenaje a la policía por protegerlo­s y aseguró que estaban unidos “por el humano impulso de la solidarida­d”. Pidió que “el odio” y “la división “no se imponga” y llamó a trabajar “junto a las comunidade­s”. Y saludó el coraje del diputado Tobias Ellwood, un ex soldado veterano de Afganistán, que trató de salvar al oficial Palmer con respiració­n boca a boca.

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REUTERS Homenaje. Un nutrido grupo de gente se juntó en Trafalgar Square para homenajear a las víctimas del ataque terrorista. Hubo emoción y silencio bajo el frío londinense.

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