Brasil armó un festival de fútbol y goles en Montevideo y puso un pie en el Mundial
Séptima victoria seguida de los de Tite, que perdían 1-0. Un gran Paulinho y un juego lujoso, las claves.
“Si no hubiéramos cometido errores, no habríamos perdido. Duele la derrota. Pero aprendí mucho de ellas. No hay que darle tanto espacio a la preocupación. Esto sigue”. Oscar Tabárez Entrenador de Uruguay Creo que fue una actuación histórica. Ganamos muy bien. Jugamos un gran partido. Pero también estoy convencido de que podemos seguir creciendo . Y eso es lo más importante”. Tite Entrenador de Brasil
Quedó claro, por si hacía falta: Brasil está con un pie y medio en Rusia 2018. Su actuación colosal en el Centenario da cuenta: el 4-1 fue una demostración de autoridad. Dio vuelta a La Celeste en todo el sentido del concepto. Ahora, con esta goleada, le sacó siete puntos de ventaja a su vencido y escolta y diez al primero de los que se queda afuera.
La victoria del equipo de Tite es también un síntoma de superioridad: Uruguay había ganado todos los puntos disputados en esta ciudad. Dieciocho de dieciocho, con apenas un gol en contra. A partir de ahora, el seleccionado local también deberá meterse en el barro del resto, tras los pasos de un lugar en el próximo Mundial. Hubo un protagonista clave: Paulinho, mediocampista de funciones variadas, ex ídolo del Corinthians, figura del Guangzhou Evergrande de la Superliga China. El hizo tres goles, llegando, apoyando; el tercero de pechito, un lujo ya sobre el final del encuentro, a modo de perfecto decorado y con Dani Alves como partícipe necesario. Tuvo un socio perfecto: Neymar, autor del gol restante, asistidor, líder creativo, mago ocasional.
El Maestro Tabarez -más allá del desenlace; más allá de lo que suceda en estas Eliminatorias- se convirtió en un entrenador para la historia. Por si hacía falta, le agregó un detalle de los grandes a su recorrido épico. Bajo el cielo de Montevideo se conviritó en el técnico que más partidos condujo a un equipo nacional. Llegó a los 168 encuentros; superó a Sepp Herberger, el mismo que condujo a Alemania a su primer título mundial, en 1954, en El Milagro de Berna frente a la Hungría de Puskas. El hombre -que le dio a Uruguay su mejor participación en una Copa del Mundo en tiempos modernos, aquella semifinal en Sudáfrica 2010; y el que le sumó al palmarés la Copa América número 15- se fue del Centenario con una cara que contaba su enojo y su preocupación. Lejos había quedado ese gol y ese grito inaugural, a consecuencia de la aparición de Cavani. El del uno a cero, tan lejano. No hubo azar en la victoria de Brasil. Fue superior de principio a fin. Tuvo la pelota, fue implacable ante cada error ajeno, dominó todos los aspectos del juego, fue sólido en defensa y profundo en ataque. También tuvo a las mejores individualidades. Uruguay, frecuente equipo bravo, terminó rendido ante un Brasil cuya mayor virtud se viene observando desde la llegada de Tite: es un equipo convencido. Hay una idea que se sostiene incluso más allá de los nombres. Y hay nombres que sostienen esa idea. No es poco. Seguro que no.