Cómo Newell’s pasó de promotor de la huelga a pedir chapa de candidato
Fue uno de los planteles de Primera que más deuda arrastraba. Los históricos, el DT y los refuerzos, las claves.
HOY PUEDE SER PUNTERO SI LE GANA A PATRONATO “No tenemos un peso”. La frase la repiten los dirigentes en cada charla de pasillo. Con las arcas semivacías, el club funciona entre huelgas, protestas y mucha incertidumbre por un futuro económico sombrío. Días atrás, los empleados paralizaron sus actividades por la falta de pago, una situación imitada en enero por los jugadores que puso en peligro la pretemporada. El caos financiero, sin embargo, está lejos de repercutir en lo deportivo. Un técnico con un mensaje claro, un equipo muy inteligente que conoce sus limitaciones y líderes que empujan el carro explican, en parte, el inesperado presente de Newell’s, que se armó para salir de perdedor y hoy puede ser puntero.
Toda historia tiene un punto de partida. La de este Newell’s hay que buscarla en junio del 2016, cuando Eduardo Bermúdez asumió la presidencia. Realizó una auditoría que arrojó un pasivo de $ 269 millones. Luego, cumplió con su principal promesa de campaña: ratificar en el cargo a Diego Osella, quien había agarrado el mando en febrero tras la renuncia de Lucas Bernardi. Bermúdez fue el único candidato que ideó su proyecto con el ex técnico de Colón y Olimpo a la cabeza. Los otros postulantes prometían un DT “más ambicioso” y ligado a la “filosofía” del club.
Acostumbrado a remangarse, Osella se aferró al plantel que tenía y su- mó refuerzos austeros, entre ellos Néstor Moiraghi, Joel Amoroso y Facundo Quignón, tres pilares en el actual esquema del DT. Además recuperó físicamente a los jugadores de más jerarquía, ídolos que se estaban apagando en un equipo que arrastraba muchos cachetazos. Ignacio Scocco pasó de insultarse con hinchas que le gritaron “ladrón” por su bajo rendimiento, a meter la fecha pasado su primer triplete en Newell’s. Lo mismo ocurrió con Mauro Formica y Maxi Rodríguez, quienes cambiaron murmullos por aplausos.
Pero antes de surfear la crisis económica, el plantel se atrincheró para no sufrir las esquirlas de una violencia extrema, inédita para el club. La guerra en la barra brava por liderar la tribuna dejó cinco muertos, atentados contra dirigentes y una apretada que los jugadores no olvidan: un grupo de barras entró con armas a la concentración antes de un clásico con Central. El derby terminó en un empate. El siguiente aún está grabado en la retina de los leprosos. Lo ganó La Fiera en el último minuto con un gol que se sigue festejando.
En silencio, Newell’s terminó 2016 a tres puntos de Boca, como su único escolta. La alegría por tamaño campañón duró poco. El año 2017 arrancó con más problemas. El conflicto por los derechos de televisión dejó a la tesorería sin un peso y agravó la deuda con el plantel, cuatro meses de sueldo, aguinaldo y premios.
Los jugadores plantaron bandera y decidieron no entrenarse en el regreso a la actividad. Hasta pusieron en duda el viaje a Mar del Plata. La deuda llegó a 24 millones de pesos. Tras varias reuniones, los dirigentes calmaron los ánimos al conseguir algo de plata prestada de inversores amigos y la redujeron a la mitad “Es una deuda importante. Entiendo a los jugadores y los apoyo. Tengo la esperanza de que se termine. Estamos emparchando, siempre buscando soluciones que resuelven los problemas más básicos y no los de fondo”, se quejó entonces el DT.
A fines de febrero, los jugadores fi- nalmente recibieron varios cheques con garantía del dinero de la televisión para cancelar la deuda completa de 2016. Así y todo, los dirigentes tuvieron que mal vender a un futbolista con mucha proyección para equilibrar las finanzas. Defensa y Justicia compró el 50% del pase del arquero Ezequiel Unsain por 390 mil dólares.
“En algún momento los problemas pueden afectar lo deportivo”, repite Osella cuando le preguntan por el desorden institucional. Es solo un temor: su Newell’s avanza y sueña.