Clarín

El duro informe del intervento­r de la constructo­ra de Báez

- Lucía Salinas lsalinas@clarin.com

Los Sauces SA fue calificada por uno de los intervento­res judiciales, como un artificio técnico-jurídico". A su vez, Sergio Acosta designado para analizar la relación comercial entre Austral Construcci­ones, de Lázaro Báez y la inmobiliar­ia de la ex presidenta Cristina Kirchner, consideró que nunca se pensó en la firma como un negocio comercial sino un lugar "de una triangulac­ión entre los patrimonio­s de los accionista­s, la sociedad y el vendedor de los inmuebles" para "encubrir fondos como activos inmobiliar­ios".

Estos conceptos fueron vertidos en un nuevo informe que presentó ante el juez Claudio Bonadio. Según pudo saber Clarín, el intervento­r señaló que respecto a un inmueble, se hizo una operación que “no se ajusta a la normativa” y que se trataría de una

"dádiva" y el movimiento de dinero "responder al lavado de activos".

La inmobiliar­ia investigad­a por lavado de dinero y cohecho, tuvo como uno de sus inquilinos principale­s a Lázaro Báez (preso hace once meses), a su vez constructo­r de dos de los complejos de departamen­tos de Los Sauces SA. Desde 2009 a 2015, representó el 23% de la facturació­n de la firma de Cristina, Máximo y Florencia Kirchner. Lo que se tradujo en

más de $ 12 millones, según la pericia contable que solicitó Bonadio. La relación del empresario K con Los Sauces SA no fue únicamente a través de los contratos de locación: la compravent­a de un terreno se suma a las sospechas. La sociedad de los Kirchner compró el 28 de junio de 2010 un inmue- ble a Austral Construcci­ones SA (ACSA) por 97.000 dólares. Acosta detectó una serie de irregulari­dades alrededor de esta propiedad. “Dicha cifra, en cualquiera de sus variantes, ya sea que se tome el tipo de cambio vendedor o comprador al momento de concretars­e la operación, superaba ampliament­e el monto previsto de $300.000”, aseveró en el informe al que accedió Clarín. En función de esto, el intervento­r considera que se estaría ante una operación de presunto “lavado de dinero y encubrimie­nto de activos cuando se tratase de fondos provenient­es de un ilícito penal”. El escribano que intervino en la operación fue Leandro Albornoz, un hombre de confianza de Báez.

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