Aquel lejano 24 de marzo del ‘76
Quienes recordamos lo que fue la última dictadura, y creemos que es necesario seguir recordando lo que implicó vivir –y sobrevivir- bajo una dictadura, solemos perder de vista que más de la mitad de la población argentina no conoció ni padeció esa experiencia. Que más de 20 millones nacieron en democracia. Que más de diez millones nacieron en el siglo XXI. Por eso es que, a medida que nos alejamos de aquellos años, la transmisión generacional tiene un valor aún más significativo. Antes de eso, desconocíamos la experiencia de ejercer nuestros derechos, de votar y elegir gobernantes y representantes, de expresarnos libremente sin temor a ser detenidos, censurados, reprimidos o desaparecidos. A 41 años del día en que una junta de comandantes golpistas se hizo cargo de la suma del poder, iniciando los siete años más cruentos y oscuros de nuestra historia, la memoria de esa traumática experiencia es también un capital adquirido tangible de nuestra democracia.