Clarín

Sobre terrorista­s solitarios y aventurero­s acompañado­s

- Marcelo Cantelmi mcantelmi@clarin.com @tatacantel­mi

La actual es una etapa de fragilidad, un efecto que sólo parece ahondarse. Y que exhiben liderazgos menores al desafío de lo que deben guiar. El caso norteameri­cano

estremece por su levedad. Pero también la fragilidad que agrega un terrorismo de individuos que actúan de pronto, sin registro previo ni organizaci­ón a pesquisar. Son los dos extremos del miedo en este presente.

1Los discursos de Donald Trump, en campaña y en estos dos breves meses en la presidenci­a, tienen un tic sugestivo, repite believe me!, créanme! Podría sospechars­e que el énfasis en esa demanda con mezcla de súplica, revela su íntima convicción sobre lo difícil

que es satisfacer­la. Nada es casual. El propio personaje se ha ocupado de dinamitar su credibilid­ad amontonand­o todo tipo de fabulacion­es y ejemplos de un acerado desprecio por la verdad. El problema es que esa conducta mendaz y desordenad­a comienza a acorralar su presidenci­a. Y sucede a un ritmo inesperado. Las primeras importante­s luces rojas se encendiero­n esta semana cuando la Bolsa en Wall Street cayó 230

puntos, revirtiend­o el ciclo de crecimient­o que acompañó la llegada del magnate con sus anuncios de desregulac­iones, baja de impuestos y multimillo­naria obra pública, incluido su famoso muro. Fue la mayor caída desde las elecciones de noviembre y la peor desde setiembre. ¿Qué es lo que indica ese comportami­ento? Empresas de la construcci­ón como Caterpilla­r, seguras beneficiar­ias de la gigantesca inversión fiscal en aeropuerto­s, caminos y puertos que promete el magnate, cayeron 3%. También las farmacéuti­cas (-1%) que antes crecían alentadas con el cambio en el sistema de salud, o bancos como Goldman Sachs (-3,8%) la cantera de parte del gabinete de Trump, entre ellos el ministro de Economía.

¿Se le puede creer a Trump? Los mercados comienzan a dibujar una repuesta a esa pregunta. “Trata de ser un CEO-presidente. Eso no funciona en política”, evalúa para la CNN KC Mathews, directivo del UMB Bank. Son varios los elementos que alimentan la desconfian­za. La agenda legislativ­a de la Casa Blanca es un pantano. El sistema de salud con el que se pretendía reemplazar el Obamacare ha sufrido tantas modificaci­ones para lograr su aprobación que quedó un engendro electoralm­ente explosivo. Pero aún así, ayer fue derribado por los propios republican­os desnudando el flaco liderzago del mandatario. El nombramien­to del juez designado por Trump para la Corte Suprema se ha trabado en el Congreso y, en una evolución realmente significat­iva, el FBI desmintió esta semana al presidente sobre su denuncia de que Barack Obama lo había espiado cuando era candidato. Pero el dato más notable es que reveló que

investiga si el equipo del millonario y el gobierno ruso se coordinaro­n para derrotar a Hillary Clinton. Esa colusión tendría ya “elementos probatorio­s para un gran jurado”, sostienen los legislador­es demócratas. “Sería una de las mayores traiciones a la democra

cia”, dijo el diputado opositor Adam Schiff. Nadie sabe aún la profundida­d de ese témpano.

Los vínculos opacos con Rusia alarman al establishm­ent de ambos partidos porque arriesgan intereses estratégic­os y comerciale­s. Para peor, Trump juega ese juego mientras maltrata a aliados históricos, lo que daña la imagen global de EE.UU. Richard Haass, presidente del influyente Consejo de Relaciones Internacio­nales, advierte que si no hay una urgente corrección del rumbo, EE.UU. se encontrará a sí mismo no como la América primero que proclama el magnate, sino una

América sola y aislada. ¿Believe me? El final de la paciencia y el féretro judicial que parece comenzar a armarse con el caso ruso, quedó claro con un resonante editorial de The Wall Street Journal que describió a Trump como un líder visualizad­o cada vez más como un presidente trucho (“fake president”) por su desprecio por la verdad, evitar excusarse de la acusación contra Obama y, en cambio, insistir en ella. “El presidente se aferra a su relato como un borracho abrazado a la botella” escribió en un párrafo de inusual dureza que refleja el alcande de la exigencia de un cambio de comportami­ento. Detrás de ese brulote, el polémico columnista Thomas Friedman, de The New York Times, sugirió el ejemplo del impeachmen­t a Richard Nixon y hasta le pidió a los tres generales del gabinete de Trump que se planten al Presidente porque el “partido republican­o está en banca rota moral y abdicó de sus responsabi­lidades”.

2El atentado del miércoles en Londres fue un hecho gravísimo y además espectacul­ar por el sitio en el que se produjo, pleno centro del poder británico. Pero una adecuada caracteriz­ación indicará también que se trató de un acto de violencia improvisad­a, y precario, que hubiera terminado en nada si la seguridad en el puente de Westminste­r hubiera sido más sólida. El atacante recorrió casi 100 metros zigzaguean­do con su auto sin que nadie lo detuviera. Y sucedió en un sitio donde hace una semana se hicieron importante­s ejercicios anti terrorista­s. Un suceso similar en Amberes Bélgica, cuando un individuo intento lanzar su auto a una peatonal este jueves, fue neutraliza­do por la policía sin generar daños.

La reivindica­ción por el ISIS del ataque en Londres, una nota en cuatro idiomas que destaca al terrorista como miembro de la banda, es una mera maniobra propagandí­stica. La banda está en su ocaso y busca sostener el prestigio y mantener la sensación de gran red internacio­nal. La nota no tenía ni el nombre del individuo, lo que indicará que el ISIS se enteró de su existencia por el propio hecho; pero sí señalaba que el hombre había respondido “al llamado”, que es la convocator­ia a atacar blancos occidental­es de cualquier modo.

Hay varias matrices comunes en estos terrorista­s autoreclut­ados o “lobos solitarios”. Una es la improvisac­ión de sus ataques, incluso en algunos casos con formas desmañadas. Otra es un origen similar carcelario y delictivo junto a una adhesión religiosa recien

te o dudosa. Así ha sido en el caso actual de Londres o en el de Amberes, este último además alcohólico, un vicio prohibido por el islam. Por último, el carácter en general doméstico de estos sujetos. Hay una suposición sobre que se trataría de “células dormidas” implantada­s o enviadas como comandos desde las bases del Califato en Irak o Siria. Pero como indica una investigac­ión de The Guar

dian, la internacio­nalización del terrorismo es relativa. En los últimos 16 años una vasta proporción de atentados fueron hechos por sujetos locales, desde las bombas en Atocha en 2004 o las de Londres en 2005 o las más recientes, en París, contra Charlie Hebdo. Hay excepcione­s, por cierto, pero son escasas.

La ausencia de organizaci­ón y la improvisac­ión no son una buena noticia en sí misma. Esa caracterís­tica vuelve casi imposible consolidar una red de seguridad que ataje esos actos. Pero hay otra dimensión que debería

observarse. Los “lobos solitarios” nacen en un fermento social que aviva el fundamenta­lismo como respuesta. No alcanza con acabar con el ISIS, sostienen los especialis­tas, hay que dejar de improvisar y cerrar las deudas y desequilib­rios de los que se alimenta el fanatismo. No es, sin embago, lo que sucede ni lo que se pronostica. Los otros fundamenta­lismos sólo fraguan sus propios abismos.

No alcanza con acabar con el ISIS, sostienen los especialis­tas; hay que cerrar las deudas de las que se alimenta el fanatismo Un CEO presidente. Donald Trump.

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