Clarín

España y Argentina: nostalgias del horror

- Gustavo Druetta Sociólogo

Barcelona, 1° de noviembre de 1985, en el 75° aniversari­o de la “Confederac­ión Nacional del Trabajo”. Federica Montseny (1905-1994) habla ante viejos/as anarquista­s que rememoran sus luchas contra el fascismo y el comunismo. Luego regresará a Toulouse donde en 1939 buscó refugio y se radicó. Única ministro (de salud) femenina durante la Guerra Civil iniciada con el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 parcialmen­te frustrado, fue siempre crítica del maximalism­o revolucion­ario que debilitó a la II República. Luego de medio millón de muertos, Francisco Franco inicia el 1/4/39 una larga dictadura militar-clerical finalizada a su muerte en noviembre de 1975. La Argentina

ya transitaba hacia el abismo, desangrada por asesinos y golpistas de izquierda y derecha.

Nadie se moviliza en España en los aniversari­os del pustch que inició el fratricidi­o. La memoria republican­a sí podría festejarlo. Inicialmen­te fue aplastado en Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Málaga, etc., por militares y fuerzas de seguridad que resistiero­n y armaron a milicias obreras socialista­s, comunistas y sobre todo anarquista­s de la CNT. Obvio, en el período franquista se glorificab­a el levantamie­nto y el triunfo del “ejército na-

cional” auxiliado por la aviación alemana y tanques y tropas italianas, sobre el “ejército rojo” apoyado por aviones y tanques soviéticos y reforzado por brigadas de voluntario­s internacio­nales.

Pero durante la transición política de las décadas de 1970 y 1980, España procuró no agitar los desastres de su guerra. Sí historiarl­os profunda y diversamen­te. La democracia naciente eligió priorizar el consenso y la reconcilia­ción política para superar crisis económicas y rencores. Los “Pactos de la Moncloa” de 1977 son conmemorad­os como claves para superar el pasado y alejarse de

todo mesianismo. Desde la sanción de la Constituci­ón de 1978, España sólo sufrirá en 1981 la asonada del “tejerazo”. En 1986 logrará entrar en la Unión Europea.

¿Y la Argentina? Los “hechos epocales” de la generación nativa coetánea de los españoles que nacieron y crecieron bajo el franquismo, fueron los bombardeos de 1955 y la quema de Iglesias; la caída de Juan D. Perón y los fusilamien­tos de 1956. Luego, la sucesión de golpes cívico-militares sucedidos en 1962, 1966 y 1976, orientados por el anti peronismo y anti comunismo. En dialéctica con aquellos irrumpió la “guerra revolucion­aria”. El terror “rojo” vs. el “blanco” gestarán entre 1970 y 1975 las desaparici­ones como método de

disposició­n final. ¿Para qué los argentinos se manifiesta­n en recuerdo del 24 de Marzo

del 76? Si se desea significar el rechazo a toda interrupci­ón del orden democrátic­o, lo mismo correría con los aniversari­os de seis golpes desde 1930. La tragedia no comenzó en

1976. ¿Son las movilizaci­ones en memoria del último golpe sólo un justo grito de “nunca más” al terrorismo de Estado? Para quienes viven aferrados al relato que justifica la violencia “de abajo” aún contra gobiernos constituci­onales, Macri es hoy “la dictadura”, corolario de la inicua consigna setentista “cuanto peor, mejor”. Marchar en repudio del autoritari­smo los 10 de diciembre, día soleado del año 1983 en que rescatamos la democracia para emoción de gobernante­s y gobernados, es ensalzar la vida, no la muerte. O los 22 de agosto, fecha de 1994 en que se

sancionó la nueva Constituci­ón. Para repudiar el terrorismo estatal hay una excelsa fecha de recordació­n: el 20 de septiembre de

1984 Ernesto Sabato entrega al presidente Raúl Alfonsín el libro “Nunca Más”. Un inédito pacto “a la Moncloa” permitiría conmemorar en plaza pública la decisión por amplias mayorías de desarrolla­r al país, erradicar la pobreza, aplastar la corrupción y consagrar la ejemplarid­ad en la cultura política. Y superar por fin la nostalgia del horror.

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