Alguien debe socorrer al Patón y a la Selección lo antes posible
Bauza miente. A sabiendas y a repetición. ¿Por qué, qué necesidad lo impulsa? Miente cuando dice que convocará a Icardi si se lesionan o suspenden a Higuaín-Agüero-Pratto. Y miente cuando declara que Argentina jugó un partido brillante. Son señales de que el rumbo está equivocado o definitivamente perdido. Y que necesita ayuda. Alguien debe socorrer a Bauza y a la Selección. Tal vez Tinelli, apurado “director” o algo así de las Selecciones nacionales. Eso si Tinelli resiste el embate desestabilizador de Maradona, en otra muestra de su generosidad. Quizá los futuros conductores de la AFA, que ya desplegaron el TEG con el que van a intentar destruirse mutuamente a partir del día 29. O, tal vez, los jugadores. Los jugadores no tienen qué decir, parece. Vaya y pase que sigan con cara de puchero de nenes caprichosos y sostengan el silenzio stampa. La prensa, en la que tampoco damos la talla a la hora de preguntar, sobrevivirá. Puertas adentro, los jugadores y el técnico algo tienen que hacer.
Icardi no irá a la Selección porque los jugadores no lo quieren. Y no lo quieren porque, en la jerga tribunera y para que no haya distracciones en la interpretación, “se comió a la mujer de un compañero”. Bauza no puede decirlo por eso ofrece la lejana posibilidad de llamarlo si hay lesiones o suspensiones en masa, algo improbable. Cuando sucede, queda desnudo.
Ofende Bauza cuando habla de la brillantez del juego de su equipo. Insulta la inteligencia de millones de personas, agrede a quienes llevan veinte, treinta o más años viendo fútbol. Se inmola frente a las cámaras de TV, con picos de audiencias, con se- mejante burrada. Sabe que no fue brillante ni mucho menos. Lo sabe. ¿Por qué dijo lo que dijo? Su habitual verborragia se detuvo en esa frase que pasará a la historia y, por ahora, nada. Invita, casi obliga, a las conjeturas. Conociendo el paño y por otras experiencias similares, no se estará muy lejos de lo que ocurre intramuros de Ezeiza si se cree que Bauza quiso cuidar, defender, proteger, a los jugadores que habían hecho un partido espantoso y que se quedaron con tres puntos vitales gracias a los errores del árbitro y a la inmensa fortuna de que el tiro libre de Sánchez dio en el travesaño. Trata de cerrar filas, de conjurar al grupo, de plantarse en el “estamos so
los contra todos” buscando un enemigo imaginario en el cual depositar la responsabilidad de todo lo malo.
Bauza es un hombre inteligente. Dentro del plantel también hay gente que puede pensar con claridad. Ayúdense. La mentira tiene patas cortas.