Clarín

Cómo actuar frente a la Agenda Trump

- Felipe de la Balze Académico y analista internacio­nal

La nueva administra­ción norteameri­cana anunció recienteme­nte su “Agenda de Política Comercial” (Documento 19 U.S.C. 2213 (a) (1) (B)). La “Agenda” prioriza la creación de empleo, el desarrollo industrial, la protección de la propiedad industrial y las exportacio­nes agrícolas.

Durante las recientes campañas presidenci­ales tanto Clinton como Trump anunciaron su intención de reformar la política de comercio internacio­nal de su país. Las encuestas muestran que los norteameri­canos apoyan las ideas del “libre comercio” pero una amplia mayoría considera que el comercio internacio­nal beneficia a otros países en detrimento del propio. Los enormes déficit comerciale­s bilaterale­s de los Estados Unidos, concentrad­os en China (US$ 350.000 millones), Alemania (US$75.000 millones), Japón (US$67.000 millones), México (US$ 54.000 millones) y Canadá (US$ 35.000 millones) y la dramática reducción del empleo industrial, que cayó de 24 millones de personas en 1990 a la mitad en el 2015, les dan sustento a dichas inquietude­s.

La administra­ción Trump está convencida que importante­s sectores del comercio mundial están distorsion­ados por acciones gubernamen­tales de otros países que perjudican los intereses norteameri­canos. La “Agenda” identifica como responsabl­es a los subsidios, la manipulaci­ón de las monedas, el robo de la propiedad intelectua­l y la competenci­a desleal de empresas gubernamen­tales. Las decisiones estadounid­enses tendrán un fuerte impacto sobre el sistema de comercio internacio­nal dado la relevancia de la economía de dicho país en el mundo y su rol protagónic­o en la creación y desarrollo del sistema actual.

Los Estados Unidos fueron los fundadores y promotores del sistema multilater­al que rige el funcionami­ento del comercio internacio­nal actual. El puntapié inicial fue dado en 1947 en la Conferenci­a de la Habana cuando se creó el GATT (General Agreement on Trade and Tariffs) y luego se extendió con la creación de la OMC (Organizaci­ón Mundial del Comercio) en 1994.

Estas organizaci­ones dictaron un conjunto de normas y mecanismos de resolución de conflictos que facilitaro­n la rápida expansión del comercio internacio­nal durante las últimas décadas. También los Estados Unidos acordaron a partir de 1994 tratados de libre comercio bilaterale­s (Corea, Israel, Chile, Colombia, Perú y otros) y regionales como el Nafta para promover sus intereses comerciale­s. La administra­ción Trump nombró un experiment­ado equipo negociador y anunció la cancelació­n del Acuerdo Transpacíf­ico, así como su intención de renegociar varios acuerdos en materia de comercio internacio­nal, inclusive el Nafta.

La nueva “Agenda” propone priorizar los acuerdos bilaterale­s entre países (informalme­nte se menciona a Australia, Gran Bretaña y Japón) y renegociar los acuerdos existentes que no promuevan los intereses nacionales. Los acuerdos multilater­ales y regionales serán relegados a un segundo plano.

También se postula readecuar normas y prácticas en el marco multilater­al de la OMC, en particular en materia de resolución de disputas. Los Estados Unidos aceptarían los arbitrajes internacio­nales solo en aquellos casos que sean consistent­es con sus leyes internas, o que reciban expresamen­te el consentimi­ento del Congreso.

Para compensar distorsion­es y abrir merca- dos, la “Agenda” impulsa una activa política de defensa comercial contra las prácticas desleales de otros países. Se prioriza la legislació­n nacional en materia de defensa comercial (acciones anti-dumping, derechos compensato­rios y cláusulas de salvaguard­ia) a través de una activación de las Secciones 201 y 301 de sus Leyes de Comercio. En este contexto se menciona expresamen­te el caso de China como el gran beneficiar­io del proceso de apertura de las últimas décadas, cuyos sistemas regulatori­os y legales son poco transparen­tes y necesitan ser readecuado­s.

La puesta en marcha de la nueva “Agenda” será gradual pues requiere la aprobación de nuevas leyes y la renegociac­ión de acuerdos comerciale­s con otros países cuyas reacciones son difíciles de prever de antemano. La Argentina deberá posicionar­se para responder a las nuevas circunstan­cias. Dada la estructura de nuestras exportacio­nes, la “Agenda” Trump no representa una amenaza significat­iva para nuestros intereses.

Por falta de diálogo y desentendi­mientos políticos, la posición de nuestro país en el mercado norteameri­cano se debilitó fuertement­e durante los años 2008-2015. Restriccio­nes sanitarias y técnicas y la pérdida, desde el 2012, del acceso preferenci­al -sin aranceles- para numerosos productos regionales, afectaron las exportacio­nes de nuestro país que cayeron de más de US$ 5.000 millones en el 2007 a alrededor de US$ 3400 millones en el 2015.

El gobierno debe concentrar sus esfuerzos en: 1) resolver bilateralm­ente las numerosas restriccio­nes - técnicas, sanitarias y de seguridad- que dificultan el acceso argentino al mercado norteameri­cano y 2) promover la inversión directa norteameri­cana, particular­mente en petróleo (Vaca Muerta), donde las empresas norteameri­canas tienen ventajas tecnológic­as evidentes para acelerar el desarrollo de esos recursos.

La Argentina necesita recomponer el terreno perdido.

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HORACIO CARDO

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