Clarín

Los chicos que no van a la escuela porque faltan aulas

Maximilian­o Heredia y Soledad González tienen 10 hijos. Ninguno va al colegio. Viven en un barrio de Moreno donde uno de cada tres chicos no tiene vacante. La Provincia dice que ahora construye escuelas, tras años sin planificac­ión.

- Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

Soledad González (34) es mamá de diez chicos en edad escolar, pero no puede mandar a ninguno al colegio. “Recorrí todas las escuelas de la zona pero no consigo vacantes, ni para jardín, ni para primaria, ni para secundaria. Me ponen en lista de espe-

ra y me dicen que me van a llamar pero nunca lo hacen. En 2016, se que

daron todos en casa. No quiero que este año pase lo mismo”, cuenta. La mujer lleva en brazos a Wanda (3), la más chica, que dice que quiere ir al jardín “para jugar, tener amigos y una maestra”. En el arranque de un ciclo lectivo que tuvo 11 paros en tres semanas en la Provincia, esta mamá es

una de las tantas que quedaron fuera del sistema educativo en el barrio Los Hornos, de Moreno. Allí, según un relevamien­to, uno de cada tres chicos no tiene vacante para estudiar.

A la casa de Soledad y de su marido Maximilian­o Heredia (60), que es papá de sus últimos ocho hijos, se llega por caminos de tierra y pasto que, a esta hora, son puro barro. Ni el co- lectivo 365 -el único que entra al barrio- ni los autos llegan a cubrir ese tramo cuando caen unas gotas. “Nos inundamos siempre. Hace poco tuvo que venir Defensa Civil a sacar a varios”, suma la mujer.

Soledad invita a pasar al terreno en el que levantaron con sus propias manos una precaria vivienda con algunas partes de ladrillo y bastante chapa. Ahí están los diez chicos: de 3, 5,7, 9, 10, 11, 12, 14, 15 y 16. Anabel (15) cuenta que dos veces por semana van al apoyo escolar del Comedor de Marta. El resto de los días ella, que llegó a completar segundo año del secundario en 2015 cuando vivían en Boulogne, le enseña a los más chicos. “Jugamos a la maestra. Uso mis apuntes viejos y los ayudo a aprender a contar, a leer”, explica la adolescent­e que quiere retomar sus estudios para tener un buen trabajo.

Carmen Figueredo (28) vive una situación similar. Tiene cuatro hijos de 5,7, 9 y 11 y no consigue vacantes. Vino de Paraguay hace 6 años a trabajar y hace uno y medio que trajo a los chicos. Desde entonces que no van a la escuela. “Fui a los cuatro colegios de la zona y nada. Yo no pude terminar mis estudios, llegué hasta sexto grado, y no quiero que a mis hijos les pase lo mismo”, dice Carmen.

Cristina Alboni, vecina y delegada barrial, es mamá de dos chicos, Luca (11) y David (14). Ella llegó a Moreno hace 5 años y cuenta que sus hijos no fueron a clases por falta de vacantes los primeros dos años. “Me costó mucho. Por suerte, un maestro me ayu-

dó y terminó anotándolo­s en la escuela rural Nº 5”, resume y aclara que las condicione­s en ese colegio no son las mejores. “Cuando entraron eran 60 chicos por aula y les pedían que llevaran sillas de sus casas para sentarse. Ahora, abrieron el turno tarde y son 35 por clase”, agrega Cristina. Para llegar hasta allá sus hijos tienen que caminar 18 cuadras por calles de tierra hasta la parada del 365 y luego tomar el 440 sobre la Ruta 24. Ahora sumaron un nuevo problema: el segundo colectivo que levantaba “de favor” aunque cobrándole­s a varios alumnos fuera de su recorrido, en el trayecto final hacia los talleres de la línea, dejó de hacerlo y ahora los nenes tienen que caminar por el costa

do de la ruta unas 20 cuadras. Luca (11) sabe que bastante más cerca de su casa, justo al lado del Jardín Nº 964 -que abrió el año pasado- hay un terreno reservado para hacer una primaria. Él quiere ir ahí. “Me gustaría que hicieran esa escuela para no tener que caminar tanto”, dice.

En 2009, Los Hornos estaba formado por seis manzanas. Hoy son 350, según María Melgarejo (39), vecina y referente del centro comunitari­o “La Pachamama”. Ella tiene cuatro hijos. A uno lo mandó a vivir a Misiones. “Lo hice porque no conseguía vacante para el secundario. Además, quería evitarle las situacione­s de violencia que se viven entre adolescent­es en la zona”, comparte María. “En la escuela Nº 69 tuvieron que cerrar el comedor. Usan ese salón como aula. Ahí tiene A,B, C, D, E y hasta F. Además,

los chicos van cuatro días por semana. Esto lo hacen porque algunos cursos no cuentan con aula propia y se tienen que ir turnando”, agrega.

Según un relevamien­to de la ONG El Arca, con el apoyo de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), el 34% de los chicos de Los Hornos no tiene vacantes en jardín,

primaria ni secundaria. Y de los que sí van a la escuela, el 74% debe caminar entre 3 y 5 kilómetros. “Por las distancias y las malas condicione­s de acceso, la asistencia a clase es baja. Además, por aula hay entre 37 y 45 chicos, cuando según las normas de la Dirección General de Escuelas de la Provincia no deberían superar los 25 en esos salones que tienen 30 metros cuadrados”, aporta Cristian Consoli, sociólogo y referente de El Arca.

Por esta dura realidad es que Diana De la Rosa (30), mamá de Naiara (9) y Francisco (5) se siente una verdadera afortunada. “Fue difícil, pero conseguí vacantes y mis dos hijos van a la escuela Nº 62. Camino 20 cuadras por calles de tierra todos los días con ellos. Cuando mi nena se queja por el sol o la lluvia, yo le digo que tiene que estar contenta y orgullosa por poder ir a la escuela y le recuerdo que muchos vecinos nuestros no tienen esa posibilida­d. Cuando se lo digo, ella se emociona”, cuenta Diana que hace changas los sábados y domingos como empleada doméstica y manicura porque en la semana se dedica a los chicos y a estudiar. “Estoy terminando el secundario. Con el título, espero encontrar un trabajo mejor”, cierra.

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FOTOS: GERARDO DELL’ORO A la espera. Carmen Figueredo, Cristina Alboni, María Melgarejo, Soledad González y Diana De La Rosa, con sus hijos, piden una solución a la falta de vacantes.
 ?? GERARDO DELL ORO ?? Espera. Los Heredia, en su casa de Los Hornos. Los hijos tienen entre 3 y 16 años.
GERARDO DELL ORO Espera. Los Heredia, en su casa de Los Hornos. Los hijos tienen entre 3 y 16 años.

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