Clarín

El sigiloso vuelo de la sombra narco

- Héctor Gambini P.2

Por debajo de los grandes temas nacionales, la realidad narco se vuelve rutina y se hace invisible.

l paro docente, las marchas, los piquetes. El paro de la CGT, las marchas, los piquetes. Las mil y una fórmulas para que repunte la economía, las marchas y los piquetes. Marzo se disfrazó de diciembre y sacó a pasear todos los fantasmas que el Gobierno había conseguido encerrar en un placard antes de las Fiestas.

La política se calienta y vendrán semanas de forcejeo electoral, mientras se esperan los números de la economía (que algún brote verde se haga ramita antes de que lo pisen) y las novedades de los tribunales: causas que ya van madurando para pedir las detencione­s de personajes clave de la corrupción. Difícil adivinar los tiempos. Recordémos­lo: aún no sa- bemos si Nisman se mató o lo mataron.

Entre reuniones para ver qué pasa con el paro, con la escuela pública (que es mucho más que el alicaído sueldo de los docentes), con los piquetes y con las paritarias, sobre la siempre compleja realidad argentina late una sombra imperturba­ble.

El intendente de Itatí, una ciudad correntina, fue preso por narcotrafi­cante. Un comisario y dos oficiales de la policía sanjuanina fueron presos por narcotrafi­cantes. Un cura de San Martín fue trasladado por la Iglesia a otra parroquia porque allí lo amenazaban los narcotrafi­cantes. Un empresario que tiene al menos cinco casas en el lujoso Country Abril fue allanado en sus mansiones, donde había 19 autos, 900.000 dólares en efectivo, pileta climatizad­a y anfiteatro. Lo acusaron de... lavar dinero del narcotráfi­co.

En el clímax de fortunas oscuras y amenazas a la luz del sol, un grupo comando atacó en una autopista rosarina el vehículo donde iban los asesinos de un narco. Los trasladaba­n durante un juicio y los atacantes -otros narcotrafi­cantes que buscaban vengar a su je- fe- no fueron a intentar rescatarlo­s, como se podría pensar de primera mano, sino a tratar

de asesinarlo­s. Casi lo consiguen. Hirieron a tres personas y desapareci­eron. La ruta se los llevó como si se los llevara el viento del otoño.

El viento sopló hacia Buenos Aires porque el viernes a la noche terminó muerto de un balazo, en Flores, un joven que fumaba paco. Le dispararon a quemarropa desde un auto particular donde iba un policía de civil con otros dos hombres. Principal hipótesis: un ajuste de cuentas narco con un oficial de la Policía de la Ciudad involucrad­o. Cinco de estos seis hechos ocurrieron en cuatro días.

El narcotráfi­co vive su realidad paralela con una naturalida­d que abruma. Sin embargo, sólo es un protagonis­ta lateral. Hay nombres de políticos y policías corrompido­s, curas trasladado­s, lavadores de dinero, atentados en las rutas y muerte en una esquina porteña, pero su sombra aún forma parte de esos te

mas licuadora que sólo nos preocupan por espasmos.

Decimos uuuhhh, qué barbaridad!!! y volvemos la mirada sobre que otra vez no se puede andar por la 9 de Julio.

Pocas semanas fueron tan reveladora­s sobre la realidad narco como la que pasó, y casi

ni la vimos: droga y sus derivados de dólares cash, amenazas y muerte en Corrientes, San Juan, una villa de San Martín, un country lujoso de Berazategu­i, una autopista de Rosario y el barrio de Flores.

La sombra narco despliega sus alas, sigilosa. Y planea tranquila sobre las otras noticias de los grandes temas nacionales. Que se haga rutina para volverse invisible no minimiza sus consecuenc­ias.

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