Clarín

Caso Odebrecht: fuerte lobby en Argentina para que no se investigue

- Marcelo Bonelli mbonelli@clarin.com

El escándalo que sacude hoy a Brasil reaviva la “crisis de corrupción” binacional. Pero existen fuertes presiones para tapar las maniobras

Leonardo Meirelles, el cuevero de las coimas en Brasil, admitió que la matriz de corrupción del Lava Jato se aplicó también en la Argentina. Sergio Rodríguez, el Fiscal de Investigac­iones Administra­tivas, lo interrogó: “¿El Lava Jato, se reprodujo en la Argentina?”. El coimero afirmó: “No tengo

dudas”. Y agregó: “Existía en Brasil y se extendió a todos los países donde operó Odebrecht”. Federico Delgado –el otro fiscal– repreguntó. Y Meirelles insistió: “Fue igual en todos los países donde operó la empresa”.

Clarín confirmó que la explosiva afirmación se encuentra en la secreta declaració­n del cambista, que todavía está en proceso de traducción y legalizaci­ón en la Justicia argentina.

Se trata de otro testimonio clave que confirma que en Argentina hubo un proceso de corrupción masiva con la obra pública vinculada a Odebrecht. Sus dichos avalan una denuncia del propio Guillermo Dietrich frente a un centenar de hombres de negocios de AEA. El ministro afirmó: “En los últimos años, la obra pública estaba cartelizad­a en Argentina”.

La confesión de Meirelles encendió luces de alarma y movilizó un fuerte “lobby” de políticos, ex funcionari­os y empresario­s que buscan frenar la investigac­ión. En la lista están Cristina, Julio de Vido, Amado Boudou, pero también empresario­s vinculados al actual gobierno y algunos de la Cámara de la Construcci­ón. Serían los beneficiad­os de las posibles maniobras. En conjunto –y por diferentes motivos– trabajan para evitar algo concreto: que Odebrecht no firme un acuerdo confidenci­al que permita conocer quienes recibieron las coimas.

Son –casi- los mismos que operan para “proteger” a Julio de Vido en sus 125 causas

de corrupción. El lobby “anti-transparen­cia” hizo que el FBI de Washington decidiera demorar la remisión de informes sobre el es

cándalo. En febrero, hubo una secreta teleconfer­encia en la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires. Asistieron miembros de la Casa Rosada, del FBI y del Departamen­to de Justicia. Clarín confirmó que desde Washington los funcionari­os dijeron que tenían todos los nombres de argentinos que recibieron sobornos de Odebrecht. Prometiero­n trasmitir esos datos, solo si existía el compromiso del gobierno de Mauricio Macri de iniciar acciones judiciales.

En la Casa Rosada existe otra informació­n: que se fugó de Buenos Aires un conocido abogado argentino, comprometi­do con el escándalo. Se trataría de otro “valijero” de Odebrecht. En una reciente reunión de ministros se informó que ahora reside en Canadá y viaja con frecuencia a Inglaterra.

El escándalo que sacude hoy a Brasil reaviva la “crisis de corrupción” binacional. Pero existe una diferencia, porque el juez Sergio Moro abrió un proceso que va hasta el hueso, mientras en la Argentina ocurre lo contrario: existen fuertes presiones para tapar las maniobras. Hasta ahora, en Buenos Aires no pasó nada. La seria denuncia contra Michel Temer es un pésima noticia para la economía Argentina. En el Gobierno estaban confiados de que una leve recuperaci­ón de la economía brasileña iba acelerar este año el crecimient­o en Argentina. Ahora, la crisis política genera

incertidum­bre financiera y un adicional freno a la economía del Brasil. El desplome de ayer es un adelanto del contagio negativo

que llegará a la Argentina. Se trata de una mala señal externa. Hubo otra pésima noticia local aportada por Federico Sturzenegg­er: volvió a aumentar la tasa de interés para cumplir una pauta de inflación, que ni siquiera ya creen dentro del propio gobierno.

Clarín confirmó que durante una reunión reducida del gabinete de coordinaci­ón –con la presencia de Macri– se admitió que el 17 % es incumplibl­e y que la nueva pauta es 20 %. Sturzenegg­er salió esta semana -solo para defender su prestigio- a torear a los 7 ministros que descreen de sus proyeccion­es.

El cuestionam­iento al BCRA ocurrió antes del viaje de Macri a China. Los anuncios desde Beijing fueron auspicioso­s, pero la letra chica se desconoce y hace que los acuerdos sean muy similares –casi idénticos -a los polémicos convenios que firmó Cristina Kirchner.

Todas las promesas de inversione­s están condiciona­das a que:

-La Argentina cumpla con los convenios firmados por Cristina, incluso la construcci­ón de las centrales hidroeléct­ricas Kirchner y Cepernic.

-Las centrales nucleares se harán sin licitación y contemplar­án una polémica contrataci­ón directa.

-El costo financiero total (tasa más seguros) llegaría al elevado 8,19 %.

-Se acepta la conflictiv­a cláusula del “cross default”: si no avanza una obra, se caen todos los convenios con China.

Se trata de acuerdos que Cambiemos -en el llano- objetó y denunció por corrupción. Es llamativo el cambio de discurso de muchos dirigentes y de ex secretario­s de Energía, como Emilio Apud, Jorge Lapeña y Daniel Montamat. Ahora son todos funcionari­os.

La UIA evalúa de cerca el impacto de los acuerdos en la industria nacional. Ocurre justo cuando hay cambio de conducción: ayer se cerró la conformaci­ón del Comité que lidera el prestigios­o Miguel Acevedo, con una clara y fuerte presencia del Grupo Techint. w Copyright Clarín, 2017.

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