Clarín

El “kit de emergencia” para los cortes de servicio vale $ 2.300

- Martín Grosz

En la Asociación de Administra­dores de Consorcios porteña estiman que, por la falta de obras de mantenimie­nto, 7 de cada 10 edificios hoy no tienen sus instalacio­nes de gas "en condicione­s de pasar una inspección”. Eso explica lo habitual que se volvió en los últimos años que, ante la denuncia de un vecino por olor a gas, las distribuid­oras dejen a los edificios con el suministro cortado. Y que no se lo devuelvan hasta que el consorcio concluya costosas obras de adecuación. Trabajos que, con mucha suerte, demandan sólo 3 o 4 meses; y que con menos fortuna, se extienden por más de medio año, incluida la época invernal.

Esta ola de cortes, que no se detiene, genera más que trastornos en la vida cotidiana. También afecta, y mu

cho, al bolsillo. Y no sólo por las expensas extraordin­arias que demandan las obras, que llegan a triplicar los montos habituales por varios meses. Obligan también a los vecinos a gastar miles de pesos en soluciones eléctricas de emergencia para volver a tener agua caliente, poder cocinar y calefaccio­narse.

Un kit eléctrico básico de "superviven­cia", según relevó Clarín, no baja de $ 2.600. Es lo mínimo para comprar en tiendas de electrodom­ésticos dos caloventor­es de 2000 watts ($ 600 cada uno), un anafe de una hornalla ($ 550) y un calefón eléctrico chico de 20 litros ($ 850) con flor para poder darse una ducha breve.

Claro que, para pasar esos meses con más confort, el combo puede ampliarse. Si el anafe es de dos hornallas ($ 850), si el calefón es de 25 litros ($ 950) o se invierte en una ducha eléctrica ($ 900), y si se suma un horno eléctrico estándar ($ 1.550), el presupuest­o crece a más de $ 4.500. Y en caso de que el horno sea un microon- das básico ($ 2.300), se puede pagar

más de $ 5.300. Sumas que no incluyen, desde luego, el gasto de energía generado por todos estos artefactos alternativ­os.

Si usar calefactor­es a gas puede este invierno ser costoso, números como estos ofrecen un dudoso consuelo: sin gas, "pasar el invierno" puede resultar aún más caro.

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