Clarín

Diego Aguirre y la historia de un festejo con lugar hasta para el Topo Gigio

El gran ganador. Era criticado sin piedad por hinchas de la platea norte, pero acertó otra vez y al final se descargó.

- Enrique Gastañaga egastanaga@clarin.com

La corrida loca por el campo de juego, casi hasta el banderín del córner y con la boca llena de gol. El abrazo descontrol­ado con Mercier, Caruzzo y Coloccini. El regreso a toda velocidad hasta el banco de suplentes. El final. El cara a cara con la platea norte con un

“Vamos” repetido sin parar y con los puños bien apretados. La continuida­d de la celebració­n ante esa misma tribuna, pero unos metros hacia un costado, ahora imitando a Riquelme y dibujando durante un puñadito de segundos el

gesto del Topo Gigio. Es Diego Aguirre. Casi igual que hace 30 años en el Nacional de Santiago, en el goce de aquel gol que le anotó a Julio Falcioni en el epílogo del suplementa­rio y que significó la conquista de la Libertador­es 1987 con Peñarol. Es el técnico de San Lorenzo. Es el paso a paso del estallido de un hombre que suele transmitir calma, pero ahora queda envuelto en un desborde tan potente como entendible, porque hay una historia detrás...

No hubo en ese grito loco una intención de compartir ese momento extremo con la multitud más próxima. Tampoco acomodó las manos a modo de pantalla en sus oídos para escuchar más fuerte y mejor los alaridos azulgranas. El uruguayo, en ese festejo, expulsó impotencia­s y broncas que en cierto modo lo perturbaba­n, disparadas por un grupito ínfimo de plateístas que lo venía insultando con crueldad total, como si cada reclamo estuviera desbordado de odio, de agresivida­d, bien lejos de esos típicos pedidos futboleros de hinchas pasionales y descontent­os, pero respetuoso­s.

Lo había notado Aguirre en aquella derrota con Temperley que había provocado una sensación de final de ciclo. También lo había advertido en el partido de la resurrecci­ón, del primer milagro copero 2017, contra Universida­d Católica. No lo dijo y tal vez Aguirre nunca lo reconozca por su perfil ultra ubicado, pero esa noche en la que Cristian Nahuel Barrios cabeceó a la victoria con su 1.56 de estatura le sobraron ganas de darse vuelta y gritarles el gol como lo hizo ahora ante Flamengo.

Unas horas antes del duelo contra los brasileños, a solas con Clarín, el entrenador uruguayo no dudaba en confesar que “me asombra la locura del fútbol argentino”. Y enseguida puntualiza­ba: “No me focalizo en los 20 que me putean. Yo escucho a los 20.000 que alientan”. Con Flamengo, en pleno éxtasis, se tomaba esa mini revancha matizada con ese gesto del Topo Gigio. Unos breves segundos. Un flash. Apenas eso.

Después, en plena conferenci­a de prensa, la voz le temblaba. Se le quebraba más que nada cuando le preguntaba­n si se sentía en deuda con los hinchas. Ahí, como pretendien­do evitar una respuesta fuera de lugar, devolvía: “No me sentía en deuda para nada con el hincha. Fuimos protagonis­tas casi siempre, aunque sufrimos la ida de jugadores muy importante­s. Y lo hicimos alternando algunos chicos de inferiores”. Enseguida exaltaba al Perro Barrios como símbolo de las inferiores y, con generosida­d total, destacaba las tareas de formación que desarrolla­n Hugo Tocalli, Fernando Kuyunchogl­u y Claudio Biaggio. Aclaraba: “Lo festejé con la gente, pero lo disfruté por mi familia, por los jugadores y por mí. Siento tremenda emoción. El fútbol tiene estas cosas maravillos­as”. Y completaba para que no queden dudas: “Considero que las críticas fueron excesivas”.

El día después, en una charla con radio La Red, sumaba otras dos definicion­es. “Cerraron el cajón antes de tiempo. Yo estaba con un ojo abierto todavía”, graficaba. Y enseguida ratificaba lo que Clarín observó desde el palco de prensa: “Hice un poquito el Topo Gigio, pero no fue con mala intención. Fue una descarga”. Por eso, en redes sociales, algunos hinchas lo atacaron. Insólito. Es la mala costumbre de los fanáticos sin límites. Se sienten con impunidad. Justo ellos enjuician a Diego Aguirre, un entrenador con dulce currículum al que se le pueden cuestionar decisiones como a cualquier técnico, un buen tipo que acepta los códigos futboleros pero no los agravios lanzados con máxima ferocidad, un DT que tomó decisiones ganadoras para resur

gir desde el abismo, un hombre siempre respetuoso que sólo gritó un gol histórico con el corazón.

 ?? AFP ?? Grito para la memoria. Diego Aguirre y el momento del éxtasis.
AFP Grito para la memoria. Diego Aguirre y el momento del éxtasis.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina