Comenzó la competencia oficial
El estadounidense presentó “Wonderstruck”, con Julianne Moore y un elenco de niños.
Con lágrimas en sus ojos, Todd Haynes observaba cómo el público que llenó la Sala Lumière del Palais des Festivals ovacionaba su nueva película. La reacción de la prensa en la función matutina no había sido tan sostenida. Hubo aplausos, pero también flotaba la sensación de que Won
derstruck, filme que abrió la competencia este año por la Palma de Oro, está narrada como los dioses, pero que le falta capacidad de emocionar.
En las primeras películas exhibidas en esta 70° edición de Cannes, la búsqueda que realizan los protagonistas por personajes que por algún motivo han desaparecido, ha sido una constante. Casi una tendencia.
Wonderstruck es la adaptación que Brian Selsznick (autor de La inven
ción de Hugo Cabret) hizo de su novela ilustrada. Y el director de Carol, en búsqueda de autenticidad, contrató a una actriz sorda ( Millicent Simmonds, de 14 años) para interpretar a Rose en una de las dos historias que, en paralelo, construyen la película.
Una transcurre en 1927, con Rose obsesionada por una estrella del cine mudo (Julianne Moore, fetiche del director), que huye de su mansión en New Jersey a buscarla a Nueva York. La otra, en 1977, y tiene a Ben (Oakes Fegley, 12 años, visto en Mi amigo el
dragón), quien perdió a su mamá bibliotecaria (Michelle Williams) en Minnesota, y huye hacia Nueva York tras una pista para encontrar a su padre, al que no conoce.
“El guión era extraordinario -explicó Haynes a la prensa-. Para un cineasta era irresistible, y también era algo que nunca había hecho antes, centrarme en la imaginación de los niños”.
Pero si Haynes maneja un encantamiento para meternos en sus historias, con personajes solitarios, que viven situaciones desgarradoras, cierto halo de inocencia que campea desconcierta para una película del realizador de Lejos del Paraíso y I’m Not
There. Y sin ser un filme mainstream, no falta quienes ya le auguran un camino hacia los próximos Oscars. La otra en competencia fue Love
less ( Sin amor), de Andrey Zvyagintsev. El próximo divorcio de un matrimonio afecta al hijito, que siente que su madre no lo quiere y huye del hogar. Sus padres deberán unir fuerzas para emprender su búsqueda en un entorno frío y nevado.
Como el de Leviatán, sí, pero mucho más desangelado.
Es persistente en Zvyagintsev el retratar a un personaje femenino de manera tortuosa y hasta maligna. Si bien ninguno de los dos protagonistas despierta mucha simpatía, si antes de la desaparición del niño los padres se peleaban para no quedarse con su custodia, el eje cambia. Pero todo se mantiene en un tono entre tenebroso y desolador.
“He pasado más tiempo cantando que en los brazos de un hombre”. La que se queja es Barbara, protagonista del filme homónimo de Mathieu Amalric, que abrió la sección Una cierta mirada, donde competirán las argentinas La cordillera y La novia del desierto.
Amalric es ambicioso y movedizo, y se prueba en distintos géneros. Tras
Tournée y El cuarto azul, también se reservó el papel de un cineasta obsesionado en realizar una biopic de la cantante, que fuera de Francia no alcanzó tanto renombre. Pero termina fatigando al espectador. No cuaja la combinación de filme dentro del filme, de emparentar a la actriz que la compone en la película (Jeanne Balibar) que está rodando. Incluye fragmentos de documentales, y hasta una foto de ella con Gérard Depardieu, por Depardieu chante Barbara, disco que le dedicó el actor.
Y fuera de competencia, el prolífico Takeshi Miike ( Audition) viaja en Bla
de of the Inmortal a la época de los samuráis, con un personaje al que una extraña mujer encapuchada le otorga la inmortalidad, injertándole unos gusanos que reconstruirán su cuerpo –si le cortan una mano, se integra al cuerpo- cada vez que pelee y mate a centenares de adversarios. Una historia de venganza y de culpa, en la que priman las escenas de lucha en el extenso metraje (140 minutos).