Demoras por la extrema seguridad
La estricta e histórica puntualidad del Festival de Cannes se ve en esta edición sobrepasada. Por más que uno entienda que habrá medidas de seguridad más extremas, por temor a atentados terroristas, ayer ver la función de las 8.30 fue un auténtico caos.
El chequeo al ingreso al Palais des Festivals, donde son las proyecciones, en todos los casos produjo demoras. Hasta el año pasa- do los agentes de seguridad del Festival pasaban un detector de metales por el cuerpo de los asistentes, y se revisaban bolsos, carteras y mochilas. Ahora hay que pasar por un detector como el de los aeropuertos, luego el “manual” y la requisa del bolso es mucho más exhaustiva. Para la proyección de Wonders
truck, de Todd Haynes, se sabía que la enorme Sala Lumière iba a estar repleta. Y aunque se llegara 25 mi- nutos antes de la proyección, a las 8.25 había algo más del 70% de la platea ocupada. Ergo, la función no arrancó a horario, sino a las 8.42, que para Cannes es una desprolijidad inusitada. A las 8:40 ya había espectadores aplaudiendo y pidiendo que comenzara la proyección.
Y en un festival esto es un efecto dominó. Si una función empieza con retraso, la siguiente también lo hará, y si para el ingreso a la sala hay que pasar por iguales medidas de seguridad –que está bien que existan, eso está claro-, también se iniciará con demoras.
“El” día en que se temía que ocurriese algún imprevisto era ayer, con la inauguración. No se registró ningún inconveniente, pero aquí todos están atentos para que se hable del mejor cine internacional y no de otras cosas, como un atentado.