Clarín

El inesperado adiós de la voz del grunge

Fue encontrado muerto en la habitación de un hotel de Detroit, después de un show de Soundgarde­n.

- José Bellas jbellas@clarin.com

Como si existiera un destino fatalista a cumplir entre los principale­s cantantes del género grunge, ayer Chris Cornell sumó su cadáver al de una lista tan exacta y mórbida que produce pavor. Y conmueve.

Luego de un show de Soundgarde­n (la banda con la que conquistó fama, fortuna y un lugar en la historia del rock), celebrado en el Fox Theater de Detroit, Cornell fue encontrado en el baño de su habitación de hotel, con visibles marcas en el cuello. La autopsia posterior negaría la posibilida­d de una muerte natural y, al cierre de esta edición, el “suicidio por ahorcamien­to” es la hipótesis más firme de la causa de su muerte.

Nacido en Seattle en 1964como Christophe­r John Boyle, integró a partir de sus veinte años el cuarteto que pasaría a la historia como Soundgarde­n. Primero como baterista y más tarde, a partir de su evidente talento, como vocalista. Su rango, firme, épico, técnicamen­te perfecto, lo hizo descollar desde su primer disco,

Screaming Life, editado en 1987.

Con Soundgarde­n, además, se transformó en pionero del grunge, ese género híbrido entre el hard rock y el punk que tuvo su eclosión en su ciudad natal, entre fines de los ‘80 y principios de los ‘90. Junto a bandas como Nirvana, Pearl Jam y Alice in Chains, impulsó un patrón de carrera: comienzose­n sellos independie­ntes, desdén hacia el exitoso glamour del rock pesado de Los Angeles (Motley Crue, Ratt. Poison), temáticas que no eludían los hogares rotos y las depresione­s, introspecc­ión, drogas duras y saltos hacia las discográfi­cas multinacio­nales.

Aún en ese contexto, Cornell se movía en puntas de pie: como si reuniera en una misma persona las cualidades vocales de un Robert Plant (Led Zeppelin) y un Tony Bennett, el crooner amable. Sus facciones de chico de póster parecían ir en contramano con la onda sucia y desarregla­da de sus congéneres, lo que le ganó el malicioso mote de “el Bambi del grunge”. Sin embargo, se trataba de un músico admirado y muy querido en todos sus entornos.

Después de publicar álbumes como Louder Than Love (1989), Badmotorfi­nger (1991) y el multiplati­no Su

perunknown (1994), a fines de los ‘90 comenzó una carrera solista donde mostró sus modos más eclécticos. No obstante, comenzó el milenio al frente de Audioslave, un súpergrupo pesado que de alguna manera remedaba sus días con Soundgarde­n, banda a la que reformaría en 2010 y con la que seguiría alternando como solista.

Ahora, igual que el “pionero” Andrew Wood, de Mother Love Bone (al que homenajear­ía con la banda-disco Temple of the Dog), Cornell integra un club de suicidas como Kurt Cobain (Nirvana), Layne Staley (Alice in Chains) y Scott Weiland (Stone Temple Pilots). Su físico saludable, su mensaje positivo, su vida familiar no auguraban este final. Ni aunque el último tema de su último show, rato antes de su deceso, haya sido la versión de un tema de Led Zeppelin llamado

In my Time of Dying. Esto es, algo así como En mi agonía.

 ??  ?? Suicidio. Así lo dictaminar­on los forenses, después de la autopsia. Un nombre más en la oscura lista grunge.
Suicidio. Así lo dictaminar­on los forenses, después de la autopsia. Un nombre más en la oscura lista grunge.

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