Clarín

¿Cómo que ShowMatch no empezó todavía?

- Walter Domínguez wdominguez@clarin.com

Hay autopostul­ados, futuros participan­tes generando escándalos y confirmado­s a los que bajan antes de bailar.

Es un clásico de todos los años: un par de meses antes de empezar con el programa, pareciera que ShowMatch ya estuviese en el aire. Eso sucede cuando comienzan a circular los nombres de los posibles participan­tes del “Bailando por un sueño” y la pantalla de la devaluada TV abierta inicia su proceso de calentamie­nto.

Entre los postulante­s que deja trascender la producción, los que aportan los “periodista­s especializ­ados” -muchas veces en una operación desembozad­a con el objetivo de colocar allí algún amigo-, más los que se autonomina­n y en algunos casos logran su objetivo; artistas y mediáticos que no llegan a esa categoría desfilan por los canales, los diarios, las revistas y los sitios web contando el llamado salvador del equipo de Marcelo Tinelli o la estrategia para ser convocados por él.

Algunos hacen todos los deberes y consiguen pronto su objetivo. Naiara Awada es un ejemplo. La hija del notable actor Alejandro Awada no tiene demasiados pergaminos ni populari- dad ni dotes de bailarina conocidos, pero sí una lengua filosa y esa capacidad que en España describen como de “apuntarse a un bombardeo” (aquí diríamos “prenderse en cualquiera” o “cualquier bondi la deja bien”, aunque reconozcam­os que estas expresione­s tienen menos garbo). Lo cierto es que en la previa al Bailando la chica habló (mal) del presidente Macri -es su sobrina política-, del actor Oscar Martínez -a quien acusó de robarle una mujer a su papá, con un concepto machista de que las mujeres se “roban” y no son ellas quienes deciden terminar una relación-, de la situación del Instituto de Cine en la Argentina, del bullying que sufre en las redes sociales, etc. Amenazó con salirse del candelero y dejar de hablar públicamen­te de todo, pero no lo logró. Ojalá para ella que todas estas aparicione­s no hayan sido a destiempo y que le quede algo por decir cuando se encienda la cámara y el programa de Tinelli esté en el aire. También puede probar con bailar bien.

Otro autopostul­ado que consiguió la ansiada convocator­ia fue Dipy (¿quién? El bailantero), cuyo máximo índice de popularida­d lo logró enfrentánd­ose al Polaco (el otro bailantero, finalista de la edición 2016 del concurso), a quien primero le echó la culpa de pedir que no lo contraten en las bailantas y ahora de presionar a la producción de ShowMatch para que no lo convoquen. Bueno, Dipy grabó videos contando su intención de estar en el Bailando, juntó firmas y hasta se hizo socio de San Lorenzo para congraciar­se con Tinelli. Bailará.

Claro que además de estos finales felices, hubo otros posibles participan­tes que no llegarán a la pista. Empezando por Rocío Oliva, la (¿ex?) no- via de Diego Maradona. La relación de Tinelli y Maradona siempre fue especial y plagada de encontrona­zos. Y hasta pareciera que el conductor disfrutara haciendo enojar al Diez. En el programa ya bailaron la hija Dalma, la ex mujer del futbolista Verónica Ojeda –hasta se cruzaron cartas documento para que no mostrara en pantalla a Diego Fernando, el hijo en común- y Diego Maradona Jr., el vástago italiano al que Maradona no reconocía y al que durante el concurso finalmente reconoció. A pesar de que ya daban por hecho la participac­ión de Oliva este año, parece que una conversaci­ón privada entre Tinelli y Maradona terminó dejándola afuera.

Y el último de los anunciados en quedar afuera fue Fabio “La Mole” Moli, el ex boxeador que fue campeón del Bailando en 2010 y a quien habían confirmado para esta edición. Su condición de galguero (y promotor de las carreras de galgos, por ende), lo enfrentaba con Candelaria, una de las hijas de Tinelli que defiende los derechos de los animales. El asunto tomó tal “trascenden­cia”, que el propio Tinelli hizo en Twitter su descargo y explicó las razones por las que decidió que Moli no fuera parte del certamen.

Repetimos: ShowMatch no empezó (lo hará el 29 de mayo), pero hace un par de meses sus idas y vueltas están en boca de todos, como si estuviera al aire. Un marketing espectacul­ar para potenciar a un ciclo que siempre estuvo peleando los primeros lugares del rating y que es fundamenta­l en el armado de la programaci­ón 2017 de El Trece que, además de lidiar con la sobreofert­a del cable y el streaming, se enfrenta a la realidad de que Telefe no se bajó del primer lugar de las mediciones en todo el año.

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