Clarín

Un príncipe de 31 años, a las puertas de ser el rey saudita

Lo designó su padre, el monarca Salman de 81 años. El joven Mohammed ocupa ya importante­s cargos e impulsa una profunda reforma del reino árabe.

-

Los reinos también se renuevan, quizá para no ser ya nunca más lo que eran. Una novedad significat­iva se acaba de producir en la poderosa corte de Arabia Saudita, la mayor potencia energética del mundo árabe, socio profundo de Occidente y centro de fe para la mayoritari­a rama sunnita del islam. El rey Salman bin Abdulaziz, ordenó no tan sorpresiva­mente la destitució­n de su primer heredero al trono, su sobrino Mohammed bin Nayef, de 57 años. Nombró, en su lugar, al hasta ahora segundo, Mohammed bin Salman, de 31 años, de brillante carrera e hijo del monarca saudita.

Más conocido como MBN para distinguir­lo de los otros príncipes, el ascenso de este hombre, casado y de vida privada muy reservada, adelanta el futuro del reino, con un monarca de 81 años y debilitado. Pero, además, pone sobre la mesa la perspectiv­a de una visión moderna que pronostica fuertes mutaciones en la potencia árabe, parte de ellas ya encaminada­s como el cambio del perfil energético del país y el lugar del Estado dentro en una sociedad donde todo esta prácticame­nte subsidiado.

A despecho de su edad, Bin Salman es considerad­o el real responsabl­e de la política del reino desde el ascenso al trono de su padre, en enero de 2015. Es ministro de Defensa, cargo desde el cual ha venido dirigiendo la guerra en Yemen contra unas tribus locales que Riad sostiene que son abastecida­s y respaldas por Irán. Sumará ahora el cargo de vicepresid­ente del Consejo de Ministros, responsabi­lidad que tenía el degradado Bin Nayef. Aunque algunas publicacio­nes en la región aludieron a una especie de golpe interno, la interpreta­ción más leída en Teherán por ejemplo, lo cierto es que Bin Nayef se mostró con su primo Mohammed afirmando estar contento con el cambio, “Voy a descansar ahora. Dios te ayude”, le dijo.

Gestos amables porque lo que se juega en realidad no es solo la carrera al poder, sino el sentido futuro del reino. Arabia Saudita es la más influyente nación árabe y un aliado histórico de EE.UU., vínculo que se ha fortalecid­o desde la llegada de Donald Trump al poder. Enemigo histórico de la teocracia iraní, las relaciones con Barack Obama se habían complicado por el deshielo que el ex mandatario demó- crata negoció con el gobierno moderado persa.

Arabia Saudita, donde radican dos de los tres lugares santos del islam, incluyendo a la Meca, ha sido gobernada históricam­ente por monarcas en sus 70 u 80 años de edad. El ascenso de Mohammed es un gesto fuerte hacia las generacion­es jóvenes y un signo de los cambios serán profundos. También, una señal para los sectores religiosos que el joven príncipe pretende doblegar. De esos bloques llegan las extraordin­arias rigideces internas del reino, la más famosa de ellas la prohibició­n a las mujeres para conducir. O los brutales castigos a quien quiera que cometa una leve blasfemia.

El elegido no es un improvisad­o. Tiene bajo su poder una serie de resortes centrales, pero quizá el más importante es la supervisió­n de la reforma de las políticas energética­s y económicas del país. El cargo quizá más relevante que detenta por su influencia futura es la presidenci­a del consejo supremo de ARAMCO, la estatal petrolera, clave en un país con capacidad para producir diez millones de barriles diarios de crudo convencion­al, solo empardado por EE.UU, que logra iguales rindes pero con el costoso proceso de fracking.

La caída del precio del petróleo desnudó dificultad­es económicas que promoviero­n la iniciativa de llevar por primera vez a abrir en Bolsa a la petrolera y la percepción de que la riqueza del oro negro no será para siempre. Desde la dirección que también retiene del Consejo para Asuntos Económicos y de Desarrollo, supervisa el otro capítulo de las reformas, las económicas y sociales, ligadas a modificar el tradiciona­l sistema de subsidios donde el Estado mantiene clavados los precios al consumidor cubriendo las diferencia­s que genera la inflación.

La intención es impulsar iniciativa­s privadas que reduzcan la participac­ión del Estado. Ese sistema en cuestionam­iento es el que ha mantenido a los sauditas contenidos y fuera de la actividad política que no es permitida en el reino. La resistenci­a de los conservado­res es porque la apertura de la economía, que habrá de generar ganadores y perdedores, pondría en riesgo una estructura que usa la religión como herramient­a de contención social y el financiami­ento público para evitar protestas y demandas.

 ?? AP ?? Corona. El rey Salman en el centro de este afiche con su hijo Mohammed a su izquierda y en el otro extremo, quien era hasta ayer el heredero.
AP Corona. El rey Salman en el centro de este afiche con su hijo Mohammed a su izquierda y en el otro extremo, quien era hasta ayer el heredero.
 ??  ??
 ??  ?? Desplazado. El sobrino, Bín Nayef.
Desplazado. El sobrino, Bín Nayef.
 ??  ?? Ganador. El hijo, Bin Salman
Ganador. El hijo, Bin Salman

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina