Clarín

El fantasma de la confusión

- Gaspar Zimerman gzimerman@clarin.com

Cual institutri­ces, las películas de terror nos están prohibiend­o todo: No

respires, Nunca digas su nombre, y ahora lo que no debemos hacer es tocar dos veces a la puerta de esa casona abandonada al lado de la autopista. Caso contrario, el espíritu de su antigua moradora, una vieja de origen ruso llamada Mary Aminov, nos perseguirá para llevarnos al infra- mundo. ¿Y qué hace esta parejita de adolescent­es que conoce la leyenda? Sin motivo aparente, va y llama a la puerta. Dos veces.

Efectivame­nte, un fantasma ma- ligno -muy parecido al de La llama

da, pero seco- aparecerá e intentará atraparlos. Pero Chloe, la joven atormentad­a, huye a refugiarse en la mansión de su mamá. Y aquí enfrenta otro conflicto, porque esa madre que ahora es millonaria la abandonó cuando Chloe era chica, y ahora quiere recuperar el vínculo con su hija. Pero entre las dos hay desconfian­za mutua: la hija recela de la madre por aquel abandono, y ni la madre ni nadie le cree a la joven lo del fantasma.

Ya tenemos casona tétrica, mansión alejada de todo, monstruo suelto por ahí, rubiecita asustada: tenemos película de terror. O algo así, porque aquí ni los clichés funcionan como deberían. La trama se va enrevesand­o con elementos forza- dos, que complican y entorpecen el desarrollo. Hay un intento de explicació­n (el oscuro pasado de Mary Aminov, los orígenes míticos -bajados de Internet- de la entidad maléfica) tan torpe que nada encaja y no termina de quedar claro qué demonios, justamente, están acechando a esa chica.

Hay un par de personajes secundario­s que cobran un protagonis­mo inexplicab­le y, a fin de cuentas, tampoco se entiende qué tiene que ver la conflictiv­a relación madre-hija con el resto de la historia. Conclusión: a río revuelto, pérdida de terror. Mientras tratamos de descifrar el intrínguli­s y le buscamos cierta lógica a lo que está pasando, nos olvidamos de lo fundamenta­l: sentir miedo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina