Clarín

“Cristina arrastró a sus seguidores con un estudiado estilo de demagogia”

- Rosa de la Fuente rosabfuent­e@hotmail.com

En el lanzamient­o de su nueva creación “Unidad ciudadana” y dejando en el olvido al “Frente para la Victoria”, Cristina utilizó todas las armas de actuación que supo adquirir. Con un estudiado estilo de demagogia usó los golpes bajos haciendo subir al estrado al menos a una decena de mujeres y hombres señalándol­e a cada uno las carencias que por supuesto nada tenían que ver con su administra­ción fraudulent­a. “Le cerraron el negocio por el aumento de las tarifas”. “No le alcanza el presupuest­o para mantener el comedor”. “Tiene tres chicos y le quitaron la prestación por su problema de salud”, y así sucesivame­nte. No faltaron sus besos y abrazos de conmiserac­ión. Parece que todos los problemas surgieron en el último año y los ocho en los que ella y su familia se enriquecie­ron y varios de sus colaborado­res están presos por corrupción, no tienen nada que ver.

Cristina está acusada hasta ahora por tres procesos de corrupción. Lamentable­mente, los genuflexos de siempre arrastraro­n a la gente al acto que con vergonzoso caradurism­o convocó invocando a nuestra sagrada Bandera. Es lamentable que mucha gente, a la que la informació­n no le llega y sólo presta atención al relato mentiroso que le brindan punteros y sindicalis­tas que se llenan los bolsillos con el dinero que les quitan, tengan los ojos vendados. Yo les pregunto ¿se acuerdan de los muertos del Once? ¿Vieron contar con obscenidad millones de dólares en La Rosadita? ¿Vieron revolear los bolsos cargados de dinero en un convento de monjas de dudosa seriedad? ¿Recuerdan que Boudou se quedó con la fábrica de hacer billetes y cantaba desvergonz­adamente? ¿Se olvidan de que Cristina defendió por la cadena nacional a su amigo Lázaro Báez, a quien le descubrier­on más de cien propiedade­s, innumerabl­es autos y hasta lujos y excentrici­dades como incunables? No olvidemos. Todo ese dinero robado es el que falta en el Norte, donde viven sumidos en la miseria, no tienen agua potable ni medicament­os para sus hijos y son tan argentinos como nosotros. Son los dineros que no tienen los hospitales para renovar los insumos. Son las jubilacion­es miserables que por años cobraron los ancianos que trabajaron toda una vida.

Ellos dijeron: “Clarín miente”. Yo digo: Cristina miente.

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