Clarín

Novedades para Gils Carbó antes de ir a Roma

- Ricardo Roa

Que en los próximos días el juez Ercolini llame a indagatori­a a la procurador­a Gils Carbó será noticia. Pero quienes conocen al juez creen que puede haber una noticia más sonora detrás de esa noticia: difícilmen­te Ercolini cite a alguien a una indagatori­a si no es para procesarlo.

Si eso pasa, nos encontrare­mos con otra rareza bien nuestra: la jefa de los fiscales que tienen que controlar la legalidad y tienen que investigar, procesada. Y encima, procesada en funciones.

En el comienzo de esta historia, el 28 de diciembre del 2012 y casi al borde de los festejos, hay una extraña decisión de Gils Carbó: dar de baja la compra de un edificio para la Procura-

ción que había sido licitada y preadjudic­ada en una operación en la que ella no había intervenid­o. Más extraño fue su argumento: que el año se terminaba y se había quedado sin presupuest­o. Lo que sospechan quienes la investigan es que dejó pasar el tiempo para dejar caer la operación.

Y parece confirmarl­o el paso siguiente: llamó a una nueva licitación apenas dos meses

después pero para comprar otro edificio, el de la calle Perón 667, que fue sede del Grupo Bemberg. Todo tan rápido que para pagarlo debió usar en parte plata para los sueldos. La licitación fue hecha a medida. Un nego

ciado. En las 1600 fojas que acumulan los 8 cuerpos del expediente hay documentos que prueban la maniobra. Son mails que se intercambi­aron el gerente general de Arfinsa, Adrián González Fischer, de la empresa vendedora y Bárbara Jaureguibe­rry, de la inmobiliar­ia encargada de la venta antes de que la licitación se publicara en el Boletín Oficial. La operación ya estaba cerrada.

También está probado que Fischer pagó a Jaureguibe­rry una insólita comisión del 18%, el triple de las habituales. Más de un millón de dólares. Si huele a soborno es porque fue un soborno. Todo a cuenta de la Procuració­n. Otro personaje clave fue Juan Carlos Thill, hermano de un dirigente de UPCN y funcionari­o de máxima confianza de Aníbal Fernández en el ministerio del Interior y en la Jefatu- ra de Gabinete. Thill es medio hermano de Guillermo Bellingi, que era la mano derecha de Gils Carbó en la Procuració­n y que había sido puesto allí por Fernández.

En el ajedrez de la política y de la justicia, Gils Carbó es la reina que usa Cristina para defenderse y para atacar al macrismo. Pero no

sólo la defienden desde el kirchneris­mo. Ni

bien estalló el escándalo de corrupción en la Procuració­n, el Papa la hizo invitar a Roma para un seminario en noviembre.

¿Fue el Papa o el obispo Sánchez Sorondo, canciller de las academias vaticanas de Ciencias? Según Sánchez Sorondo fue él quien llamó a Gils Carbó ¿Puede haber dado un paso semejante sin la venia del Papa y sabiendo lo que pasa aquí con Gils Carbó?

Sanchez Sorondo también elogió a Gustavo Vera, quien suele presentars­e como vocero informal de Francisco y que ahora se presenta junto a Gullermo Moreno como candidato en la interna del cristinism­o porteño.

Vera viene del trotskismo y Moreno viene de la derecha peronista. Los junta su forma de ser: son violentos y rara vez dicen algo sensa

to. Y los junta además su proximidad con el Papa o con Sánchez Sorondo, a quien Vera habría pedido que invite a Gils Carbó. Vera ha organizado ya varios tours de jueces y fiscales al Vaticano. Si esto no es política y no tiene nada que ver con la política, que se lo pregunten a Cristina Kirchner.

Antes de Roma la procurador­a tendrá que ir a lo del juez. ¿Quién la invitó al Vaticano?

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