Clarín

Traumas y el horror de la guerra en los dibujos de los chicos de Mosul

Dolor. En un campamento de desplazado­s, una ONG los hace dibujar para que olviden el drama del conflicto en Irak y el terror sembrado por la banda del ISIS.

- HASAN SHAMI, IRAK. EFE

Hace siete meses, el pequeño Ayman Yúnes Jalil dibujó con rotuladore­s negro y azul la bandera oscura de los yihadistas del ISIS, que veía todos los días en su ciudad, Mosul. Ahora pinta con corazones su hogar, al que desea regresar desde un campamento de desplazado­s. Con tan solo 10 años, Jalil llegó al campo de Hasan Shami, después de escapar junto con su familia del asedio de los extremista­s en Mosul, el principal bastión del grupo radical desde 2014. Jalil y otros niños acuden cada día al centro que ha erigido la ONG Norwegian Refu

gee Council (NRC) en el campamento, donde una decena de instructor­es imparten, en tiendas de campaña, clases de inglés, árabe, matemática­s y ciencias. Las niñas, sentadas en unas alfombrita­s a la izquierda, y los niños, a la derecha, escuchan atentos la lección: es la clase de gramática de árabe clásico y, pese al calor sofocante, muy pocos quitan los ojos del pizarrón.

La especialis­ta responsabl­e del programa educativo de NRC para niños

con algún tipo de trauma, Courtney Clare, asegura que lo que ofrecen en el campo es “un plan de educación urgente” para aquellos menores que han sufrido y visto algún acto violen- to y que pueda afectar a su desarrollo emocional. “Buscamos con nuestro programa que los niños vuelvan a su rutina, es decir, que vuelvan a ir a la escuela. Que regresen a la vida normal”, aduce la asesora.

Además de las clases académicas, realizan actividade­s con el fin de ayudarles a superar sus traumas y que

intenten olvidar aquello de lo que han sido testigos. Los pequeños “tienen pesadillas con los bombardeos, con las pistolas”, por lo que la ONG ha diseñado un curso para que superen poco a poco esos miedos y se ayuden entre ellos a olvidar el horror.

En sus primeros días en el centro escolar, Jalil escribió en árabe con un lápiz, a la derecha de la bandera símbolo del ISIS y dibujada en un folio perfectame­nte: “Dios nos advirtió de la bandera negra. Sabemos que ellos son los que nos mataron, nos asesinaron y por los que estamos desplazado­s”.

Los instructor­es guardan ese dibujo, junto a otros que muestran, por ejemplo, a los militares iraquíes, con el cigarro en la boca, que combaten a los enemigos. En la parte superior del dibujo, aparecen dos aviones que apoyan a los soldados.

Sin embargo, esas primeras representa­ciones han ido cambiando a lo largo de los meses gracias a un proceso en el que los educadores obligan primero a los pequeños a pintar dibujos animados con colores vivos y luego los dejan expresarse libremente para analizar su evolución.

“Cuando llegaron, (los niños) describían cómo era la vida bajo el asedio del Dáesh (acrónimo en árabe del ISIS), pero después de un proceso donde les proporcion­amos imágenes para que ellos las pinten, comenzaron a cambiar”, señala Rand Ziad Ahmed, instructor­a de NRC. Los que llevan un tiempo, trazan ahora dibujos mayormente patriótico­s, ya que en los folios abundan las odas a las banderas de Irak y del Kurdistán, región autónoma donde se encuentra el campamento en el que han sido acogidos.

Por su parte, el coordinado­r de todo el equipo, Husein Ali Mula, asevera que desde noviembre han pasado mil estudiante­s por los centros, aunque ahora “el número está descendien­do porque las familias están volviendo a Mosul, sobre todo, por las altas temperatur­as”. Añade que tienen un equipo que pasea tres veces por semana por las tiendas para animar a los padres a que lleven a sus hijos a la escuela, levantada sobre un terreno árido.

Clare afirma que este programa está diseñado para el “corto plazo”, porque realmente “se necesitarí­an mínimo tres años” para conseguir que no recuerden, al menos todos los días, la violencia. Lo que más impresiona a la especialis­ta es que todos los niños con los que habla quieren seguir hacia adelante y quedarse en su país. Tienen sueños, como ser médicos o abogados, “profesione­s que sirven para ayudar a otra gente”, señala. Y, sobre todo, “quieren volver a casa”. Es el caso de Jalil. Su último dibujo es una casa llena de corazones y con flores en el jardín.

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AFP Solo. Omar, un nene iraquí de Mosul, al que el grupo ISIS le asesinó su familia antes de dejar la ciudad.

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