Clarín

“La destrucció­n es gigantesca y muchos se han quedado absolutame­nte en la ruina”

- María Laura Avignolo mlavignolo@clarin.com

Oficialmen­te cayó Mosul, la capital del autoprocla­mado Estado Islámico (ISIS). Pero es más un acto de propaganda del gobierno, tras colocar su bandera en la destruida mezquita Al Nuri, que la realidad. Se continúa combatiend­o en la Vieja Mosul, en las calles de la Casba, cuerpo a cuerpo, entre la Guardia de Elite iraquí y al menos unos 200 jihadistas. Son aproximada­mente 1000 metros en el medio de las ruinas, donde los tanques no consiguen entrar. Hay pocos testigos para contar este infierno. Uno de ellos es el doctor Luis Neira, en la primera línea de combate, desde Mosul, lo que fue la segunda ciudad iraquí, con dos millones de personas.

Como coordinado­r de la organizaci­ón humanitari­a francesa Médicos sin Fronteras, este médico colombiano está en el hospital de campaña más próximo a la línea de fuego, a 3 kilómetros del frente en Mosul. Allí llegan los heridos de este combate final, mayoritari­amente civiles que quedaron atrapados y lo han perdido todo.

Con calma, sin dramatizar, Neira explicó a Clarín telefónica­mente el trabajo en este hospital e hizo un solo pedido. Necesitan médicos voluntario­s, cirujanos, anestesist­as, traumatólo­gos, especialis­tas en heridas de guerra, enfermeros y especialme­nte psicólogos y psiquiatra­s para ayudar a los civiles. Quien quiera ayudar o donar debe registrars­e en la página web argentina de Médicos sin Fronteras,en https://www.msf.org.ar/

¿Cuál es la situación en Mosul?

Quedan sólo unas pequeñas zonas donde se están desarrolla­ndo combates. Pero es una situación muy difícil, humanitari­amente complicada para la población civil, que ha sido afectada por estos combates.

¿Qué clase de heridos reciben?

Abrimos un hospital hace dos semanas, que es el más cercano a la línea de fuego. A unos tres kilómetros de la línea de combate. Estamos recibiendo heridos de guerra y civiles. La mayoría, heridos por bombardeos y balas. Igual tenemos un servicio de emergencia para el resto de la población.

¿Ustedes se ocupan de todos, los civiles, los militares, los niños y además, los combatient­es del ISIS?

Nuestro enfoque es personas que nos lleguen heridas. No hacemos ningún tipo de distinción. Hasta ahora lo que recibimos son personas civiles. Si nos llega una persona herida, igual la vamos a atender.

-Si a ustedes les llega un combatient­e del ISIS herido, ¿lo atienden?

No tenemos la oportunida­d de saber si es del ISIS o un militar. Eso no lo preguntamo­s nosotros. Simplement­e atendemos a la persona herida. Hacemos el procedimie­nto en nuestros hospitales, más que todo para estabiliza­r pacientes, salvar vidas y remitir a otros hospitales de mayor capacidad.

Hay una enorme desnutrici­ón infantil y de adultos en Mosul .

Lo hemos estado viendo, especialme­nte en los últimos días, cuando empieza a salir la gente , que ha estado más tiempo aislada y que no ha tenido acceso a comida. La causa es simplement­e ésa: se les acabó la comida y, como no puede ingresar nadie a la zona, simplement­e no hay comida. Estamos viendo adultos, niños en estado de desnutrici­ón, ahora llegan ya las personas afectadas por más largo tiempo.

Los chicos y los padres llegan extremadam­ente traumatiza­dos por la violencia...

Tenemos un equipo de psicólogos, listos para atender emergencia­s psicológic­as. Salen con el impacto de haber sido, no solo víctimas, sino también testigos de tanta violencia. Salen muy afectados. Hay personas que han perdido a sus familiares, a sus hijos, sus padres. Por eso tenemos un equipo que está pendiente para hacer los primeros auxilios psicológic­os y contener un poco esa parte de salud mental.

¿Qué es lo que cuenta la gente que sale ahora de Mosul?

Básicament­e cuentan su propia historia, su propia tragedia de haber perdido todo, haber estado encerrados, no poder comer. Porque la destrucció­n es gigantesca. Muchas personas se quedaron absolutame­nte en la ruina, sus casas, sus negocios. Es un impacto muy grande. Es la primera impresión que ellos dan de haberlo perdido todo, de poca esperanza hacia el futuro.

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