Clarín

Una agenda política que atrasa

- Alejandro Katz Ensayista y editor

Tres formas del pasado aparecen en disputa en el inicio de la campaña. De un lado, el que encarna en un kirchneris­mo para el cual el Estado es el único actor relevante de la vida pública, ese ogro (presuntame­nte) filantrópi­co, para utilizar la conocida expresión de Octavio Paz, que por medio de una planificac­ión centraliza­da y necesariam­ente autoritari­a decidirá dónde se obtienen los recursos y cómo se aplican, y que es, en definitiva, un mal modelo de capitalism­o y un mal

modelo de democracia. Del otro, un oficialism­o que confía ciegamente en las virtudes dinamizado­ras que tiene el gran capital globalizad­o para movilizar la economía, que confía en que el mercado es el mecanismo más adecuado para asignar eficientem­ente la riqueza, y que limita las funciones del Estado a su capacidad de construir las infraestru­cturas para que ello ocurra y a dar asistencia a los perdedores del proceso. Se trata esta vez de un capitalism­o más abierto y competitiv­o, y de una democracia también más abierta desde una

perspectiv­a liberal, pero cerrada desde una

perspectiv­a social ya que limita el acceso a la competenci­a de los sectores menos favorecido­s. Por último -el tercero en esta disputaun peronismo que da también centralida­d al Estado, pero en una alianza con determinad­os actores empresaria­les (y sus contrapart­es sindicales) que representa­n al capitalism­o prebendari­o más tradiciona­l de nuestro país, cerrado, no competitiv­o y rentista.

De cierto modo, cada uno de quienes expresan esas fórmulas está persuadido de que la causa de las dificultad­es de nuestro país es

culpa de los otros, y que si hubiera tenido la capacidad de conducir el proceso político durante un tiempo suficiente­mente extenso y sin interferen­cias la situación no sería tan dramática. No resulta evidente que alguna de estas visiones sobre lo que es adecuado para el país haya sido exitosa en el pasado, pero parece obvio que no puede serlo en el presente y que, sin duda, ninguna es suficiente para conducir a la sociedad a un futuro mejor. Se trata de estrategia­s orientadas a defender, para usar la fórmula de Vicente Palermo, los privilegio­s de los “grupos de interés minoritari­os pero intensos” que las llevan adelante, más que de modos de desarrolla­r y cuidar el interés común y los bienes públicos, y son por tanto fundamenta­lmente conser

vadoras, poco abiertas a la contempora­neidad y a interrogar al futuro, que se presenta siempre como una amenaza al status quo que esos mismos grupos dicen defender.

Los problemas que enfrenta el país no pueden resolverse con las fórmulas ya puramente retóricas que reclaman más Estado, más mercado, o la continuida­d de la colusión predatoria entre uno y otro a expensas de la so

ciedad. Deben resolverse ante todo con una imaginació­n política que está ausente de una agenda que se niega a mirar a la realidad a los ojos. ¿Cómo es posible, si no, que se insista en promesas de creación de empleo para todos -y, peor aún: de calidadcua­ndo es evidente que ya no hay suficiente trabajo, y que eso no hará más que agravarse? Pero, como si fuera uno más de los bienes suntuarios detrás de los cuales se hace correr a consumidor­es que nunca podrán alcanzarlo­s, se hace correr a los jóvenes -y no solo a ellos- detrás de la ilusión de obtener empleos cada vez más escasos y que en consecuenc­ia nunca tendrán, al mismo tiempo que se los hace responsabl­es por no conseguirl­os. Es necesario comenzar a discutir, entonces, un in

greso ciudadano universal que garantice umbrales de dignidad para todos. Es necesario discutir una reforma previsiona­l que retrase la edad jubilatori­a, pero acompañada de una reducción progresiva de la jornada laboral -o directamen­te de la semana laboral- de modo que la población de mayor edad trabaje menos horas que los jóvenes. Es necesario pensar una estrategia de poblamient­o que ayude a distribuir a los habitantes de un modo más armónico y eficiente por el territorio. Es necesario diseñar una estrategia de desarrollo apoyada más en la creativida­d y en la inteligenc­ia que en la explotació­n de los recursos naturales. Es necesario encontrar los medios para distribuir el poder y la riqueza de un modo más justo e igualitari­o, y así permitir a la sociedad y a sus integrante­s ser, también, más libres y más autónomos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina