El mal estado de las vías, una traba para mejorar los tiempos del servicio

A pesar de estar renovado, el tren que va de Constitución a Mar del Plata es mucho más lento hoy que década atrás. Esta involución en los tiempos que demoran los viajes no es exclusiva del trayecto hacia La Feliz, sino una constante de los ferrocarriles argentinos.

Es que en la mayoría de los casos, la velocidad a la que circulan los trenes no supera, en prome

dio, los 60 km/h. El tren que viaja de Retiro a Tucumán, por ejemplo, demora 26 horas, tras un recorrido de 1.170 kilómetros. En 1969 cumplía ese trayecto en 14 horas y 58 minutos. Ya en 1981 el viaje se había hecho más lento: 18 horas. Desde Retiro hasta Córdoba ahora se tardan 19 horas y 23 minutos, a una marcha promedio de 36 km/h. Hace un siglo, se demoraban 13 horas. “Ha habido una renovación del material rodante muy importante, pero esa renovación no alcanzó a las vías por las que circula ese material rodante, que entonces no puede alcanzar todo su potencial de velocidad”, explica Carlos Rosito, ex decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. Para Rosito, “aunque el material rodante que se ha comprado cumple con las velocidades típicas, de hasta 120 km/h en trayectos suburbanos y de 160 km/h en los interurbanos, no circula a esas velocidades porque las vías deberían estar en perfectas condiciones para que no sea peligroso”.

Para Rosito, “el desguace del ferrocarril argentino empezó durante la presidencia de Frondizi y el tiro de gracia fue con las privatizaciones de Menem”. Consultado por Clarín, aseguró: “Hay que hacer la inversión para que los trenes circulen con todo su potencial; por un lado, para que la población pueda viajar de manera civilizada, y también porque es la forma más barata de transportar carga. Traer minerales o granos desde el Norte hasta el puerto en transporte es más caro que el traslado marítimo hasta Europa. Es una inversión muy grande, pero hay que hacerla”.