Más que un cacho de cultura
"Un promedio de 1.700 personas por día", contestan en el Malba cuando se consulta por la concurrencia a la flamante "Diane Arbus. En el principio", la muestra que reúne más de 100 imágenes de la extravagante fotógrafa estadounidense. Pero el fenómeno no es aislado: en simultáneo, triunfan las obras de Copi en el Teatro Cervantes, se pueden disfrutar los dibujos de Spilimbergo en el Borges o asistir gratis a la Feria del Libro Infantil. Buenos Aires tiene una oferta cultural espectacular, excitante y sofisticada (San Pablo, Madrid o Berlín también las tienen), pero la distingue un público curioso y diverso, que demanda y retroalimenta esas propuestas, con la misma pasión futbolera de la hinchada de Clemente (grande Caloi), cantando "un cacho de cultura lará lará lará". Ese público es un activo sociocultural estratégico (el par que garantiza el tango) y da pelea incluso contra pestes y derrotas. En plena crisis de 2002 una encuesta evidenciaba cómo la clase media se negaba a resignar consumos culturales que sentía ligados a su identidad. Para muchos, ir al cine, ver teatro o comprar un libro nuevo o usado era (y es) un modo de resistir, de sentirse más vivos.