Clarín

PASIONES ARGENTINAS

Las rutinas con los amigos van cambiando

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

Todo lo que quieran con la purga a las rutinas, pero gracias a la rutina uno tiene esos amigos del alma con quienes intercambi­ar

“wassaps”. Sin rutina no hay relación posible. La izquierda debe haberla demonizado, igualando rutina con trabajo, jornadas interminab­les, estibadore­s portuarios, deberes... Su sola mención hace que pueda haber enfrentami­entos sociales. La rutina viene manchada de connotació­n negativa y está creada para romperse. La rutina se rompe y se tira porque es descartabl­e y ecológica. Se recicla.

Ahora nadie podrá criticarno­s. Con los amigos de siempre pasamos de vernos una vez por semana, llueve o truene, a una vez por mes o por semestre. Estos problemas de frecuencia, como en el sexo, también tienen explicacio­nes de lo más sensatas: con buen gusto evitamos la palabra “estrés”, pero a la vieja amistad inicial –iniciática, se dice- le pasaron un montón de cosas.

Le ocurrieron obligacion­es, hijos, matrimonio­s, divorcios, redes sociales, Alplax, etc. Más que apuntarle a la castigada rutina, sería genial aprender a cambiar el punto de vista. El pensamient­o lateral puede ser una opción. El pensamient­o crítico, ni hablar. La miopía ayuda: con o sin anteojos, no es lo mismo. Pero cambiar la rutina suele estar asociado a una acción más que a un pensamient­o.

¿Tuviste un hijo? Cambió tu vida. ¿Te compraste una 4x4? Mínimo, vas a recorrer el país. ¿Te hacés traer de Miami el mejor celu del mundo? Lo vas a consultar cada dos minutos. Con los “chicos” acabamos de quedar para la cena de hoy. Seguro que a última hora se suspende o no hay lugar disponible.

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