“El Resurrecto”. Así lo llaman y no en broma. El controvertido ex premier rearma sus fuerzas y aprovecha la enorme crisis económica y social que embarga a Italia.
Berlusconi regresa: “Auguro a los gatos tengan tantas vidas como yo”
Es el más viejo pero maniobra tan bien que representa la gran novedad que sonríe en el centro del escenario. Medio en broma, pero más en serio, lo llaman “el Resurrecto”. Sí, es él, Silvio Berlusconi, que en setiembre cumplirá 81 años. En un panorama político y social deprimente y con miles de inmigrantes africanos que llegan sin parar y hunden al gobierno de centroizquierda, cuyo líder real es el ex premier Matteo Renzi, jefe del partido Democrático, Berlusconi está armando una hábil telaraña para forjar la alianza de centroderecha que reconquiste el gobierno de Italia.
“Auguro a los gatos que tengan tantas vidas como yo, que nunca salí de escena”, dice con una amplia sonrisa el ex cavalliere por teve. Ha perdido el título de Cavalliere del Lavoro después que la justicia lo expulsó del Senado y obligó a bajarlo del caballo. Pero, como siempre, todo teñido y con fondo tinta en el rostro, es un infante pleno de vigor, pese a la edad y a una operación a corazón abierto que mantiene alertas a sus médicos.
El filósofo Massimo Cacciari, que fue alcalde de izquierda de Venecia, y ahora es un agudo observador pero no un militante político, sostiene con razón que “Berlusconi resurge gracias a la colosal serie de errores del centrosinistra”. Agrega que “están dadas todas las condiciones para que la centroderecha gane las próximas elecciones”, que podrían ser anticipadas antes del fin quinquenal de la legislatura, en marzo próximo.
Berlusconi no quiere pero tampoco puede ser candidato porque las condenas judiciales (casi todas prescriptas) que abundan en su larga vida, le impiden ejercitar cargos públicos. Ha elegido para él, con gran acierto, el rol de Federador, el titiritero que maneja los hilos que mueven las marionetas de lo que los italianos llaman “el teatrino de la política”.
El último de sus grandes problemas no tiene que ver con los procesos por las festicholas con bunga bunga en sus residencias cuando era premier. Fue tres veces jefe de gobierno hasta que una conspiración de los grandes poderes lo arrinconó durante la crisis financiera de 2011 y lo obligó a renunciar. En el último período como gobernante se desbarrancó con las festicholas con jovencitas desvestidas y una oleada de escándalos. Todavía está procesado por los pagos a “ragazze” que recibieron sumas mensuales para tener la boca cerrada.
Il Berlusca, como lo llaman sus paisanos milaneses en dialecto, ha logrado ir saliendo con dificultad de estos líos, concentrando sus preocupaciones en el fuerte debilitamiento de su imperio económico, que durante años lo convirtieron en uno de los hombres más ricos del mundo. Mediaset, el sector televisivo del imperio, está en rojo y en una pelea difícil con los franceses de Vivendi, que tratan de escalar su monopolio de he- cho en la teve privada comercial.
Más problemas hay en la Fininvest, la financiera de la familia, que reúne a Berlusconi y a sus cinco hijos de dos matrimonios. El ex cavalliere logró, en un momento dramático, vender en abril su joya más amada, el club Milan suyo durante 31 años que alcanzó cumbres de gloria. En esas tres décadas berlusconianas, el Milan ganó 29 trofeos, 16 italianos y 13 internacionales. Cuando las papas quemaban apareció para Berlusconi el chino de la suerte: un multimillnario llamado Yonghong Li, que le compró el Milan en 740 millones de euros. Entre deudas y pases mágicos financieros, a las arcas de Fininvest entraron netos 400 millones, suficientes para quitar las penas. En Mediaset los temores por el imperio televisivo continúan pero son menos negras.
Berlusconi sabe que su resurrección es imprescindible porque solo la política le permitirá salvar sus gigantescos intereses económicos. Y la oportunidad es ùnica, gracias a los tropezones, caídas, errores garrafales y pérdida impresionante de prestigio del personaje que lo siguió en la cumbres del poder: Matteo Renzi (42).
Desde que en noviembre perdió por 20 puntos un referendum para cambiar la Constitución, señal inequivoca de que la mayoría de los italianos están hartos de él, Renzi tuvo que renunciar como premier y desde entonces está refugiado en la conducción del partido Democrático gobernante, con el ex canciller Paolo Gentiloni como jefe del gobierno que hasta ahora le responde.
En los sondeos, Renzi y el PD bajan continuamente. Estaban en el 30% y han descendido al 26%. Forza Italia de Berlusconi conquista el 13% pero la centroderecha en su conjunto está en la vanguardia. El otro protagonista es el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, con el 28%. En unas recientes elecciones parciales municipales, a Renzi y a Grillo les fue muy mal. La centroderecha en cambio mostró músculos. A Berlusconi le asignan ya 26% de imagen positiva. No hacían falta más señales. Sobre todo para los parlamentarios llenos de ideales, que en esta Legislatura que concluirá en mayo próximo han acumulado 518 cambios de camiseta, pasando de un partido al otro.
Ahora, traidores y tránsfugas que amargaron a Berlusconi, se agolpan en las puertas de entrada para volver al nido. Veinticinco senadores están compungidos y listos para el salto mortal. El ministro de Asuntos Regionales y el subsecretario de Trabajo renunciaron anunciando que abandonaban un partidito centrista aliado a Renzi, guiado por el canciller Angelino Alfano, para volver a la casa berluconiana.
Ahora, traidores y tránsfugas se agolpan en las puertas de entrada para volver al nido