Ricardo Kirschbaum
La obediencia De Vido
Cristina manda. Ese es el mensaje y comprobación que deja la votación en Diputados que hizo zafar a De Vido. Su influencia y la del ex ministro de Planificación, que tuvo durante su gestión una relación más que intensa con algunos gobernadores, hicieron el resto.
La primera conclusión es que la renovación peronista, esa se pronosticaba después de la derrota de Daniel Scioli, es todavía una hipótesis de difícil demostración. La segunda, muestra que la única alianza importante que pudo exhibir el gobierno fue con el bloque de Sergio Massa.
Una cosa es intentar expulsar del Congreso a Luis Barrionuevo por la quema de urnas en
Catamarca, como auspiciaba en otra época Cristina y otra, muy distinta, que se intente darle el mismo remedio a la pieza central del sistema de acumulación creado por Néstor Kirchner y ejecutado por Julio De Vido durante la prolongada gestión kirchnerista.
La defensa central se basó en que si entregaban a De Vido, luego “vendrían por todos” como si “todos” hubieran estado chapalean
do en el barro de la corrupción. Una generalización para introducir miedo y, a la vez, poner a todos en el mismo barco. Otra vez fue exitoso para emblocar a los diputados en defensa del ex ministro. Por las dudas, apareció por el Congreso el ex secretario Baratta, que negoció con muchos gobernadores planes de obras públicas, para refrescarles la memoria.
No es extraño, sin embargo, que los más disciplinados a Cristina se hayan cuadrado una vez más. No estuvieron solos: una lectura de quienes votaron a favor de De Vido excede ese universo furiosamente kirchnerista y se extiende a las provincias, donde los K tuvieron voz y voto cuando manejaban la caja. Los alineados más visibles con De Vido fue- ron: Manzur (Tucumán), Insfrán (Formosa), Verna (La Pampa), Rodríguez Saá (San Luis) y, naturalmente, Alicia Kirchner de la destartalada Santa Cruz.
Con algo más de discreción , también motivaron a sus legisladores nacionales a favor de De Vido, Ledesma Abdala (Santiago del Este- ro), Casas (La Rioja), Corpacci (Catamarca), Uñac (San Juan) y Bordet (Entre Ríos).
Es una lista importante que por el momento parece dividir en dos la incipiente liga de gobernadores que entre los vaivenes propios de la política, de vez en cuando amenzaban con sacar la cabeza y mostrarse como una
unidad renovadora en busca de líder.
Siempre en estas maniobras hay contrapartidas: la que asoma ahora es la revelación del liderazgo que aún mantiene Cristina Kirchner dentro del peronismo. Materia para reflexión o para mayor desafío por parte de Schiaretti (Córdoba) Urtubey (Salta) y Das Neves (Chubut). Justamente Schiaretti dijo que aún ganando Cristina la senaduría bonaerense, “su conducción está agotada dentro del peronismo”.
Hay datos objetivos como esta unidad en defensa de De Vido y el voto conjunto del oficialismo y Massa para expulsarlo, precisamente las dos fuerzas que disputan con la ex presidenta en la Provincia.
Y otro más: Cambiemos quiere (¿o quería?) establecer con los gobernadores una alianza más firme, luego de octubre, que le sirviera para tratar de reemplazar la necesidad de pactar con Massa en cada coyuntura.
Por el resultado, ese objetivo estratégico está por lo menos en duda. Por ahora, prevalecieron otros intereses que determinaron la obediencia debida o la obediencia De Vido.
La idea de avanzar en un pacto con gobernadores para no necesitar tanto a Massa, está en duda.