Clarín

La economía es lo que prevalece

- Ricardo Kirschbaum P.2

ELos problemas políticos que tiene Trump no se trasladan a la economía, que se muestra robusta.

s inocultabl­e la relación entre los números de la economía y su proyección sobre el futuro que administra­n los gobiernos. Impactan en el clima político que influye sobre el económico y al revés. Ese clima se vive con la mayor o menor confianza que se expresa a diario y con contundenc­ia en las elecciones.

A pocos meses de asumir el muy discutido Trump, cuyo gobierno pareciera que nunca termina de conformars­e por los continuos cambios y crisis internas, puede mostrar un indicador importante, aunque con las volatilida­des de lo bursátil, del que inmediatam­en

te hizo uso político. El indicador Dow Jones industrial cerró el miércoles por primera vez en su larga historia por encima de los 22.000 puntos. Técnicamen­te fue empujado por el aumento de la acción de Apple, pero el nuevo récord es un 20 % más alto desde las elecciones, con el dólar en baja alentando exportacio­nes y expectativ­as de menos importació­n. “Nuestro país va muy bien”, dijo Trump.

Y ensayó una sobrevalor­ación de ese dato económico que resume otros, como el crecimient­o del producto y el del empleo, extendiénd­olo a la política para asegurar algo difícilmen­te sostenible: que no hay ningún caos en su gobierno (el último fue ese increíble personaje llamado Scaramucci que duró 10 días en su cargo). Aquí nace la contrapart­ida: si con la economía andando bien es suficiente para calificar a un gobierno. El dato provoca comparacio­nes: Trump recibió de Obama una economía velocidad de crucero, no en crisis.

En Brasil, Temer respira. Diputados rechazó su destitució­n por los conocidos casos de corrupción que lo envuelven con muy abundante compañía entre los políticos. Puede ser que después de haber destituido a Dilma Rousseff, una segunda destitució­n en poco tiempo, abriría puertas de grandes riesgos

económicos. Pero esto ocurre cuando la economía empieza a recauzarse. Y Temer recurrió a ese temor: una eventual marcha atrás de esa recuperaci­ón.

En Venezuela, la crisis económica además del caos político, con lazos perfectame­nte mezclados, más el autoritari­smo de Maduro y muchos otros de su cercanía, lleva al país a la dictadura. La crisis económica está perfectame­nte declarada por las elecciones. Por el agotamient­o de los fondos para sostener una economía que pasó de 100 dólares el barril de petróleo a la mitad o menos, y por la corrupción, que empobreció a la gran mayoría. Perdió las parlamenta­rias de 2015, la oposición consiguió la mayoría necesaria para las decisiones más importante­s, y se negó a cumplir con las elecciones regionales. En su lugar, amañó la Constituye­nte, en la que se denunció que contabiliz­ó votos inexistent­es. En la economía venezolana no hay lugar para expectativ­as de mejora. Contra el mundo, Rusia apoyó esa elección que hoy se revela fraudulent­a. También lo acaba de hacer China, que tiene cada vez más influencia política en Venezuela, que tiene una altísima deuda con Beijing. China, que no tiene elecciones democrátic­as, acaba de apoyar la Constituye­nte de Maduro diciendo que la votación “marchó en general estable”, eufemismo que significa aprobación.

El país que está más cerca de confirmar o rechazar si la economía influye en la calificaci­ón que otorga el voto, es el nuestro. Tiene dos etapas para eso, la primera ahora, la segunda en octubre. Se verá si los brotes verdes sirven para invierno o resultan en primavera. Durán Barba asegura que esa botánica no influye, pero no se puede saber si lo piensa o sólo lo dice.

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