Papelón consumado
En el escándalo de la definición de la Primera B, mostró vicios de la vieja AFA. Adaptó el reglamento para que Riestra y Comunicaciones completaran los cinco minutos. Fue ayer sin público ni periodistas.
Hubo mucha gente que nos quería ver de rodillas después del domingo. A partir de ahí, hubo cruces de los dos lados, pero por suerte ya se terminó.” Jorge Benítez DT de Riestra. La situación en la semana nos superó, los jugadores del Ascenso no estamos acostumbrados a tanta repercusión. Por suerte, ya pasó todo”. Gustavo Benitez, capitán de Riestra Hoy nos sacamos una mancha de encima. Hicimos un esfuerzo enorme y nadie nos ayudó nunca. Demostramos que merecíamos ascender”. Nahuel Benítez,jugador deRiestra
Hay poco para ver. Son apenas cinco minutos, tal vez un par más, en los cuales Comunicaciones atacará en busca del gol que lo lleve a definir por penales y Riestra defenderá para mantener el resultado (2-0) que lo conduzca a la B Nacional, escenario desconocido para ambos.
Hay poco para ver. Son apenas cinco centímetros, tal vez un par menos, entre la pared y el portón de acceso a la popular local de Defensores de Belgrano. Es una ubicación privilegiada: contra ese arco, el más próximo a la siempre transitada Avenida del Libertador, avanzará Comu en el efímero segundo tiempo (dos minutos) del ya de por sí brevísimo partido. El ingreso de personas ajenas a los equipos está prohibido. Según Riestra, es por pedido del Comité de Prevención y Seguridad Deportiva del GCBA. El titular de ese organismo, Ignacio Palazuelos, enseña un acta donde consta que el acceso será res- ponsabilidad de la institución organizadora. Acusación va, desmentida viene, faltan 15’ para que comience la acción en el estadio Juan Pasquale y continúa vedado el ingreso a la prensa. Entonces, viejo cazador de fotos, un reportero de pelo cano y desparejo se manda como polizón al gimnasio de la esquina, donde un robusto instructor de alguna actividad le muestra la salida por la misma puerta donde se había aventurado.
Está por pitar Paulo Vigliano -árbitro que tan rápidamente decidió sus-
pender el domingo en Villa Soldaticuando Fabio Pirolo -presidente de Riestra- entra por Comodoro Rivadavia, perseguido por periodistas indignados. Un policía de la Ciudad (sería una exageración denominarlo efectivo, a juzgar por la complejidad de su tarea en el lugar) cierra el portón detrás del paso de Pirolo, justo a las 15, como si estuviéramos frente a una sede bancaria.
“¿Quién canta?”, pregunta, latita en mano, un muchacho a quien sólo le falta vestir una remera con la inscripción: Soy de la barra del Dragón. “Los
suplentes de Fénix”, le contestan. El partido ya se juega. En los 70 y 80 a esta cancha, como a tantas, se podía entrar gratis a mitad de los segundos tiempos. No da la sensación de que eso vaya a suceder ahora. El progreso, que lo ha habido, consiste en seguir el desarrollo del match con un teléfono celular.
Privados de pupitre, butaca o al menos un escalón en la tribuna, la hendija en el portón permite ver a Germán Yacaruso, arquero de Comu: su mayor acierto es un pase corto a algún compañero, que no alcanza a divisarse, cuando lo presiona el 10 contrario. La primera etapa se termina rápido. Viene lo mejor.
El portero de Riestra, Carlos Morel, acredita experiencia en la categoría. Luce tranquilo. No se queda debajo de los palos, lo cual induce a pensar que la acción transcurre lejos de sus dominios. De pronto retrocede, flexiona las piernas, mueve las manos.
Se pone en guardia para un centro. De una queja confusa se infiere que habrá tiro libre para los de Agronomía. Una pelota parada, un tesoro. Empiezan a sumarse jugadores al área. Hasta se presenta un viejo conocido: Yacaruso. Cae el balón, mano, ¡mano en el área! Sí, a favor de Riestra.
Los segundos corren, sin metáfora. Otro tiro libre para el perdedor. A
matar o morir, dramatizaba un relator de varios ciclos. Centro a la olla, rechazo, pelota arriba, despeja Morel, media vuelta del 7 de amarillo, ¿mano?, ¡mano! Vigliano la descarta y sentencia el final.
El portón permanece cerrado. Arriba, a modo de mural, vigila la cara de Marquitos Zucker, hijo del actor homónimo, hincha de Defe, desaparecido. Los gritos de Riestra se mezclan con el ruido de una pala mecánica que levanta el asfalto, detrás de una bandera amarilla que invita a seguir
haciendo juntos. Al lado se asoma el dueño de un negocio de artículos para buceo, sin clientes. Tampoco hay consumidores en La Techada, una parrillita que ofrece el choripán a $ 30. Su propietario lamenta que el partido, por llamarlo de algún modo, le afectó la recaudación. El café de la esquina funciona con normalidad. Una señorita de calzas y musculosa ajustada sale de una sesión de spinning: no parece necesitarla. Comu cita a Bielsa y aplaude el ascenso rival. Son algunas postales de una tarde de ascenso en el fútbol argentino.