Una saga sin fin
Jihad Diyab, el ex prisionero de Guantánamo acogido por el gobierno de Mujica en 2014, quiere reunirse en Turquía con su familia. Pero nadie lo acepta.
Es uno de los prisioneros que llegó como refugiado a Uruguay en 2014. Desde entonces sueña con reunirse con su familia en Turquía. Ahora sufrió un nuevo revés: se había ido a Marruecos y lo deportaron.
El sirio Jihad Diyab, el ex prisionero de Guantánamo que ha tenido mayor visibilidad de los seis que fueron acogidos como refugiados por el gobierno de José Mujica en diciembre de 2014, volvió a sufrir un nuevo revés en su objetivo de reunirse con su familia en Turquía. Esta vez fue deportado desde Marruecos, luego de que se le comprobase que llevaba un pasaporte falso.
“A su regreso de Marruecos, Diyab se negó a declarar sobre cómo se dio su salida de Uruguay”, señaló a la agencia Sputnik el Director de Policía, Mario Layera, quien como autoridad informó del hecho a la Justicia uruguaya.
Christian Mirza, interlocutor entre las autoridades uruguayas y los liberados de la cárcel que Estados Unidos tiene en territorio cubano, informó a Clarín que el canciller Rodolfo Nin Novoa se mostró afín en retomar las gestiones para buscarle una salida al refugiado, luego del fracaso de las realizadas el año pasado, cuando Turquía, Líbano y Qatar se negaron a recibirlo.
Asimismo, Mirza señaló que Nin Novoa también compartió su preocupación por las dificultades de inserción social y laboral de los seis refugiados, fundamentalmente por la “marca Guantánamo” con la que cargan sobre sus espaldas.
Además, a partir de enero de 2017, y tal como estaba planteado desde que llegaron a Uruguay, comenzó a reducirse el apoyo económico de 15 mil pesos (unos U$S 530) que le brin- da el Estado uruguayo. Cada tres meses, esa contribución se reduce en un 25%. Hoy entonces perciben 7.500 pesos (unos U$S 265), a principios de octubre cobrarán $3.750 (unos U$S 133), monto que en enero de 2018 pasará a ser cero.
“En la reunión con el canciller este importante tema no se obvió, y estuvimos analizando alguna estrategias para que, de algún modo, puedan seguir siendo asistidos”, dijo Mirza.
En lo que tiene que ver con Diyab (de 46 años, de madre nacida en Ar- gentina y con familiares en La Rioja), en estos dos años y medio realizó cuatro intentos infructuosos para abandonar Uruguay por motu proprio.
A mediados de 2016 desapareció para sorpresivamente aparecer tras semanas de incógnita en Venezuela, país al que llegó por tierra luego de un duro periplo en el que atravesó por tierra Brasil. En el país caribeño estuvo un mes. Finalmente fue deportado.
Tras regresar a Uruguay, habló con un periodista de una cadena estadounidense y dijo: “No hago esto para morir, sino para encontrar una solución, reencontrarme con mi familia en otro país que no sea Uruguay. Si muero los responsables serán Estados Unidos y Uruguay, porque yo quiero una solución y es mi derecho. En quince años no tuve derecho de nada, solamente de sufrir. No tuve una vida, pero es mi vida y nadie tiene control sobre ella”, sentenció.
“El gobierno de Venezuela me capturó porque creían que era un criminal peligroso con documentos falsos. Los agentes de Inteligencia me dijeron exactamente: la información que tenemos de Uruguay es que es un hombre peligroso y tiene pasaporte falso. Me dijeron que el gobierno de Uruguay es un gobierno tonto”, señaló entonces.
“Pero el gobierno de Venezuela me respetó. Me dejaron en un lugar y me dijeron que no era un prisionero y que tenía dos soluciones: o me mandaban a un lugar para reencontrarme con mi familia o traían a mi familia a vivir en paz en Venezuela”, agregó, sin dejar de explicar, luego, que los gobiernos de Uruguay y Estados Unidos presionaron al Ejecutivo que preside Nicolás Maduro y por eso la propuesta se desvaneció.
En diciembre de ese año, y como escala hacia Turquía, se embarcó hacia Johannesburgo, en Sudáfrica, desde donde también fue deportado.
Ya en 2017, en marzo, y antes del suceso en Marruecos, había intentado viajar a Rusia, pero en esa ocasión le negaron la salida en el aeropuerto de Carrasco, en Montevideo.