Clarín

Nadal y los porqué del N° 1 posible

- Mariano Ryan mryan@clarin.com

En el prólogo de la recta final hacia Flushing Meadows, el último Grand Slam del año, nada menos que el número 1 del mundo, el británico Andy Murray, acaba de anunciar que no pudo recuperars­e de sus problemas en la cadera y que por eso renunció a participar en el Masters 1000 de Montreal que se jugará la semana próxima. La ausencia de Murray no será una más. Porque impactará. Como las de Stan Wawrinka y Marin Cilic, pero, sobre todo, como la de Novak Djokovic. Claro que a diferencia del serbio, el futuro a largo plazo del mejor jugador del planeta todavía es una incógnita. Es que nadie sabe si jugará en Nueva York o si la decisión que tomó no es un anticipo de lo que muchos sospechan y más temen: su 2017 terminó con la derrota en los cuartos de final de Wimbledon frente a Sam Querrey.

Lo cierto es que la baja de Murray le dio el vía libre a Rafael Na-

Desde Australia mostró una recuperaci­ón que se basa en cinco puntos.

dal para recuperar el 1 del mundo después de 38 meses y a nueve años de la primera vez que ocupó esa posición. Ese privilegio le llegaría una vez más al español (sería la cuarta de su carrera) si trepa al menos hasta las semifinale­s en el torneo canadiense.

Nadal y Roger Federer fueron los grandes dominadore­s de la primera mitad del año pero por una cuestión de puntos acumulados, la chance del N° 1 sólo está abierta para el primero, quien desde que llegó a la final de Australia en enero mostró su recuperaci­ón en cinco puntos clave: un drive determinan­te que es el termómetro de su tenis; un saque que mejoró (especialme­nte en la velocidad del segundo) gracias a estar recuperado de sus dolencias en las rodillas; un físico impecable que le permite tener una superior velocidad de piernas; un Carlos Moya que se sumó a su equipo de trabajo para agregarle una mayor agresivida­d a su juego; y una raqueta que modificó en su peso agregándol­e apenas unos tres gramos de plomo a su cabeza lo que hizo que ella ganara en inercia y, como consecuenc­ia, él lo hiciera en potencia a la hora de pegarle a la pelota. Esos atributos y, claro, su mente de campeón lo pueden devolver a la cima. A los 31 años Nadal está cerca de volver a hacerlo.

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