Rodrigo Rodríguez, un graffitero de la calle a la sala
Un joven “veterano” de la pintura callejera fue premiado por la Fundación Vittal y ahora exhibe en salas.
Einat Rozenwasser einatr@agea.com.ar En esta etapa del recorrido artístico de Rodrigo Rodríguez el desafío es ir por la Estructura del Caos. De aquellos primeros graffitis que empezó a pintar cuando tenía 14 años a su primera muestra individual, curada por Victoria Tolomei para #AvalaCynar tras haber obtenido el Premio Adquisición para artistas Emergentes de la Fundación Vittal. Los cuadros, fotografías e imágenes que se exponen en Espacio Modos muestran el camino que siguió el joven artista también conocido como Salsa o Goal Crew.
-¿Cómo llega un chico de 14 años al mundo del graffiti?
-Estaba en Primer Año. Iba al Thompson, la escuela técnica, y me había llevado todas las materias. En las clases de apoyo para rendir co- nocí a unos pibes de la clase que estaban todo el tiempo hablando a escondidas, armaban algo y no me decían qué iban a hacer hasta que me invitaron. Tenían unos aerosoles y nos íbamos a la vuelta de la escuela a escribir cosas.
-¿Qué era lo que te llamaba de toda esa movida?
-No sé ni decir qué era en ese momento, nunca había dibujado nada. Era adolescente, estábamos todo el tiempo en la calle y era una manera de formar parte.
-¿La independencia?
-Era como expandir un poco la libertad normal, me estaba metiendo en un montón de lugares ocultos donde la gente normalmente no se mete. Descubrir la ciudad y también formar parte, porque de alguna manera uno deja algo y te empezás a sentir parte de esos lugares.
La Buenos Aires de 2001 atravesaba su crisis y el entorno de Palermo y alrededores ofrecía montones de paredes para pintar. “Mucho bodegón abandonado, los galpones, las vías… Hoy en día está más restringido. La plaza Malabia, la Medrano, eran zonas todavía peligrosas. No había tanta gente pintando, en esa época era raro cruzarse con otros que estuvieran haciendo lo mismo”, recuerda. Fue recorriendo otros barrios y llevó su marca hacia el Sur de la Ciudad.
-¿Cómo fue tu proceso de formación artística?
-Super largo, son casi 17 años ya. En 2008 estudié un año en el IUNA, hacía ocho años que pintaba sin considerarme un pintor, sin tener el lenguaje académico que identifica cada cosa. Le poníamos nuestros propios nombres pero, inevitablemente, era el mismo lenguaje. Me abrió la cabeza darme cuenta de que el graffiti es un lenguaje acotado y forma parte del lenguaje universal de la pintura y del arte. Creo que el graffiti dio el puntapié inicial, plantar esto de que se puede pintar en la calle y a todo el mundo le encanta.
-¿Por qué?
-Porque había una necesidad de embellecer un poco la ciudad, una necesidad del vecino. Nunca –bueno, casi nunca- pasó que por estar pintando algo lindo, de colores, me vengan a sacar. Al contrario. Lo vecinos te daban galletitas, mate, no podían creer que había alguien haciendo eso solo porque nos gusta.
-¿Y este pasaje a un espacio de arte?
-Cada lugar tiene un público que es sensible a ese espacio. Hay mucha gente que no camina por la calle, si quiero llegar al director de un museo es difícil que vaya caminando por la calle prestándole atención a los graffitis. La galería es un espacio con otras posibilidades, otro público. Es simplemente pretender dirigir otro tipo de mensaje a otro público, la calle también tiene sus tiempos. Están de camino, pasan autos, hay ruidos, tenés otras posibilidades de apreciación.
-¿Cómo se traslada ese lenguaje de un lugar a otro?
-Lo que estoy pintando ahora es algo que todavía no retransformé para llevarlo a la calle, porque tengo un proceso que es súper errático. Se puede improvisar en la calle pero las condiciones son otras. En mi taller tengo 150 cositas y en la calle hay que ser más efectivo.
-¿Cómo contás vos este recorrido?
-Por un lado tenemos las fotos, todas analógicas, que funcionan como una recopilación de experiencias. Vic (Tolomei, curadora) pudo ver la relación de toda esta información de texturas, líneas, ritmos y formas con lo que se termina explayando en las pinturas que corresponden a un proyecto particular. De alguna manera más simple y abstracta traigo todos estos elementos en juego como chocando en distintos planos. Todo esto con una técnica bastante mía en la que combino esmalte sintético con óleo, la calle y lo más académico. Creo que representa un poco los dos mundos, del que vengo y hacia el que me dirijo.
-Y acá entra el concepto de Estructura del Caos.
-Como proceso pero también como contradicción entre estructura y caos. Capaz que el caos son 150 estructuras. Todo se está transformando todo el tiempo y nosotros logramos capturar momentos de esa transformación. Justamente, uno de los conceptos que me gusta desarmar un poco es de la belleza: ¿qué es la belleza? Aparece y desaparece.