Un oro nunca es una casualidad
Este título tiene un peso enorme, porque una medalla de oro nunca es una casualidad. Es el resultado del laburo de todos los días y de frustraciones que te van sumando y te van haciendo más fuerte. A este grupo se le dio porque fue brillante como equipo, fue de menor a mayor y jugó muy bien al vóleibol. Entender este juego y jugarlo como lo hicieron realmente explica por qué fueron campeones del mundo. Yo siempre digo que la grandeza de un jugador se ve cuando tiene que dar todo en el momento de máxima presión. Y estos jugadores lograron eso: estar todos presentes en un nivel muy alto en el momento indicado. Ahora hay que seguir trabajando para demostrar por qué estos chicos llegaron a lo más alto, porque el vóleibol, como todos los deportes, se va construyendo de logros y desafíos constantes. Yo sufrí mucho desde afuera porque mi hijo Jan está en el plantel y sé cuánto se entrena, cuánto sueña y cuánto se exige. Pero fue también muy emocionante. Se metieron en un escenario único, fueron por la gloria y la encontraron.