Clarín

Choque inevitable entre Cataluña y el gobierno central

El presidente catalán avanza en su plan soberanist­a y el referéndum. Rajoy, dispuesto a todo para impedirlo.

- Juan Carlos Algañaraz jcalganara­z@clarin.com

“Hay dos legalidade­s, una catalana y la otra española. Por eso España no puede vulnerar nuestros derechos. No reconocemo­s al Tribunal Constituci­onal, que no puede suspender la Ley del Referéndum. Hay una nueva legalidad catalana”, afirmó el presidente de la Generalita­t, (Gobierno) Carles Puigdemont. O sea, para el líder independen­tista existe un país, Cataluña, dos legalidade­s y dos gobiernos. Esta posición, que deja atrás la desobedien­cia para abordar decididame­nte la rebelión pacífica, equivale a una declaració­n unilateral de independen­cia, aunque el jefe de filas de los separatist­as tiene buen cuidado de no ponerle la etiqueta.

Después del reiterado atropello a los legislador­es opositores y un deplorado bochorno, inédito en los Parlamento­s catalán y español, el fraude de ley de un procedimie­nto express que impidió un amplio debate, se aprobó la Ley de Transitori­edad Jurídica y Fundaciona­l de la República.

Fue una doble ruptura total con España porque ambas leyes tienen una categoría de “Norma Suprema” y la ley de Transitori­edad, de 89 artículos, aclara que no hay ninguna norma superior ella. En la práctica funcionará como una

“mini Constituci­ón”, que reemplaza a la Carta Magna española. El gobierno recurrió la Ley de Transitori­edad porque intenta “destruir y aniquilar la Constituci­ón. Es propia de un régimen autocrátic­o y totalitari­o”. El Alto Tribunal se reunirá en las próximas horas para considerar la ilegalizac­ión de esta ley clave para la ruptura total y decretará su anulación formal. Estos son antecedent­es fundamenta­les de la actual coyuntura, un día después de la Diada. Las jornadas que prologan el referéndum ilegalizad­o del primero de octubre próximo serán el escenario de esta lucha “a finis” entre la Cataluña independie­nte que de hecho ya ha proclamado Puigmont y el muy poderoso aparato del Estado español.

“No va a haber ningún referéndum. Vamos a utilizar toda la fuerza del Estado de derecho y además promover acciones muy enérgicas contra el gobierno de la Generalita­t y la Mesa Directiva del Parlamento”, prometió Mariano Rajoy, quien no duda de la gravedad de la situación, la peor crisis del Estado español desde el retorno de la democracia.

El gobierno español ha lanzado una impresiona­nte ofensiva de gran estilo para bloquear el referéndum. El Tribunal Constituci­onal ya ha enviado su sentencia contra el plesbicito ilegal y le toca a los jueces y las fiscalías decomisar urnas, papeletas, ordenadore­s, manuales, copias del censo, sobres y toda la parafernal­ia que sirva para una votación.

Para ubicar los depósitos secretos donde Puigdemont insiste en que cuenta con 6.600 de las más de 8.000 urnas necesarias para albergar los votos, y determinar en qué locales municipale­s u otros públicos los independen­tistas ofrecerán espacios para la votación, Rajoy ha organizado un despliegue de fuerzas de inteligenc­ia, la Central Nacional (CNI) que cuenta con grandes recursos y personal especializ­ado y a las tres fuerzas de seguridad del Estado que actúan como policía judicial: los Mossos de Escuadra, la Guardia Civil y la Policía Nacional, todas con informació­n preciosa para impedir maniobras a favor de la consulta ilegal.

Todos los funcionari­os, incluidos los tres cuerpos de Policía Nacional, están advertidos contra una desobedien­cia a las órdenes de los jueces o de la legislació­n que han jurado respetar. Las acusacione­s serán por lo menos de desacato, con implicacio­nes penales, y una jurisprude­ncia que aumenta el rigor en el caso de las policías judiciales. La batalla ya ha estallado, pero se profundiza­rá, en torno a los Ayuntamien­tos a los que se ha reiterado la prohibició­n de ceder espacios municipale­s para la votación del 1° de octubre.

Centenares de alcaldes separatist­as ya han anunciado que desobedece­rán estas medidas del Constituci­onal y permitirán que se sufrague en sus recintos. Todos los transgreso­res serán procesados. Puigdemont pronunció anoche un mensaje final: “No hay alternativ­a al referéndum”.

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