Clarín

“La manipulaci­ón del caso Maldonado es de quienes procuran obtener una ventaja política”

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La desaparici­ón de Santiago Maldonado viene siendo explotada por el kirchneris­mo como un recurso que le permita mejorar en octubre su pobre perfomance en las PASO. Se ha querido hacer de este episodio un caso que demuestre lo que desde el mismo día de la inauguraci­ón de la presidenci­a de Macri el kirchneris­mo da a entender: que es un gobierno ilegítimo. ¿Qué mejor, entonces, para esos propósitos, que vincular al gobierno de Cambiemos con el procedimie­nto más tenebroso y brutal empleado por la última dictadura militar, la desaparici­ón forzada de personas? Es una operación tan burda que no debería merecer mayores comentario­s. Sin embargo, es necesario ponerla en evidencia, porque el esfuerzo propagandí­stico que la alimenta es considerab­le. El único hecho cierto es que un ciudadano, Santiago Maldonado, no aparece desde hace más de un mes. De este dato objetivo a la afirmación sobre su desaparici­ón forzada medía un enorme trecho, que por un lado es inconcebib­le en las actuales circunstan­cias de la Argentina y por el otro carece de la menor prueba. Empecemos por lo último. No está probado, como se repite hasta el cansancio que Maldonado haya sido detenido por la Gendarmerí­a. Se invoca el supuesto testimonio de dos personas de la comunidad mapuche, que no declararon judicialme­nte porque pretendían hacerlo encapuchad­as y sin exhibir su documento de identidad. Es decir, no hay nada más que vagas versiones. Pero lo que debe quedar muy claro es que no toda desaparici­ón de una persona es una desaparici­ón forzada, con las precisas implicanci­as jurídicas que tiene este concepto. En el caso que nos ocupa, no se ha probado, ni hay siquiera indicios relevantes sobre ello que Maldonado fuera privado de su libertad, ni que esa supuesta privación hubiese sido cometida por agentes del Estado, ni que el Estado hubiera negado informació­n al respecto o se negara a expresar el paradero de Maldonado. No lo ha informado, pero por la sencilla razón de que no lo conoce. El Gobierno nacional ha puesto todos sus recursos en la búsqueda de este joven. Pero, ¿alguien en su sano juicio puede creer que el gobierno de Cambiemos, integrado por un joven partido, el PRO, por la Coalición Cívica liderada por una personalid­ad indiscutib­le en el campo de la ética pública como Elisa Carrió, y por la Unión Cívica Radical, el partido que impulsó en 1983, contra la opinión del peronismo, los juicios a los comandante­s en jefe de la dictadura militar, va a promover la desaparici­ón forzada de personas?

Lo que es verdaderam­ente repugnante es la manipulaci­ón de este tema por parte de quienes sólo procuran una ventaja política. En este marco, las indicacion­es del gremio docente Ctera a sus afiliados para que les enseñen a los niños que Maldonado fue desapareci­do por la Gendarmerí­a y que el gobierno de Macri lo promovió y lo oculta -aunque se usen otras palabras lo que se sugiere es claramente eso- es canallesco. Nada tiene que ver esa grosera operación, de tintes totalitari­os, con la libertad de cátedra ni con la necesaria discusión sobre temas de actualidad, siempre que sea para informar, para despertar la curiosidad y el espíritu crítico, y no para imponer dogmas.

Todos los argentinos de bien deseamos la aparición de Santiago Maldonado y de cualquier otra persona desapareci­da. No necesitamo­s colgarnos ningún cartel para demostrar nuestro compromiso sincero con los principios más elementale­s de una sociedad que se organiza en torno al Estado de Derecho. Es precisamen­te uno de esos principios, el de inocencia, el que nos impide acusar sin pruebas. Para quienes defendemos verdaderam­ente, no hay desaparici­ones de primera, las de los militantes de izquierda y de segunda, las de categorías inferiores como los guardiacár­celes, según la doctrina sentada en estos días por Hebe de Bonafini, a la que por una extraña ironía de la historia muchos siguen identifica­ndo como la encarnació­n viviente de los derechos humanos. Jorge R. Enríquez SUBSECRETA­RIO DE JUSTICIA (CABA) jrenriquez­2000@gmail.com

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