Clarín

El nuevo libreto oficial: los gendarmes sí, pero la Gendarmerí­a no

En el oficialism­o buscan ser cautelosos. Pero dicen que si hubo excesos no abarcan a toda la institució­n.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

Quienes ayer entraban al despacho de Mauricio Macri podían verlo con la pierna derecha en alto, el pantalón levantado y la rodilla cubierta con hielo. La lenta recuperaci­ón de la operación lo tiene de mal humor. El Presidente admite en privado que no poder hacer deporte acelera su ansiedad y agudiza sus enojos. Macri está

realmente molesto con el rumbo de la investigac­ión que persigue desen-

trañar qué pasó con Santiago Maldonado. Lo enfadan situacione­s puntuales -por caso: que la Justicia no haya ingresado en la tierra sagrada de los mapuches y que existan testigos que, según su criterio, le mientan al juez- pero también una más de fondo: teme que la no resolución del caso pueda afectar al Gobierno en el plano internacio­nal.

En la Casa Rosada, pese a la gravedad del asunto, ayer se palpaba cierto alivio por los estudios del Servicio de Huellas Digitales Genéticas de Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, que revelaron que el perfil ge-

nético del artesano no es compatible con las muestras levantadas en las camionetas de Gendarmerí­a. "Ya hay dos hipótesis fuertes descartada­s", decía por la tarde un ministro. Se refería a dos que fueron agitadas con la misma fuerza por macristas y an

timacrista­s: la primera apuntaba a que Maldonado podría haber muerto en el enfrentami­ento con el puestero que trabaja para la familia Benetton; la segunda afirmaba que el joven había sido trasladado en las camionetas de Gendarmerí­a durante la protesta mapuche del 1 de agosto. Los ADN determinar­on que no ocurrió ni

una cosa ni la otra.

Qué pasó con Maldonado sigue siendo un misterio. "Pero ahora sabemos que no fue Gendarmerí­a. Pudo haber sido un gendarme, o dos, tal vez tres. La investigac­ión está abierta pero aun en el peor de los casos no

fue una desaparici­ón forzada", decía anoche una alta fuente del Ejecutivo. Ese había sido el mensaje que intentó bajar el jefe de Gabinete, Marcos Peña, en su exposición en el Congreso. Ese libreto será el oficial de aquí en más. En el macrismo refuerzan esa idea a partir de las últimas noticias que surgen de la causa: el piedra- zo que dijo haberle tirado un gendarme a un manifestan­te y, por otro lado, el testimonio que revela que un gendarme efectuó un disparo cerca del río Chubut, pero lejos del pelotón.

En Balcarce 50 asumen que al Gobierno le faltó astucia política para descubrir que la desaparici­ón iba a escalar en el interés social y mediático. "Es una carrera que estamos corriendo de atrás. Pero ya no es el desastre que nos auguraban", deslizan. Ese es otro de los enojos del Presidente. "Todos quieren darle un uso político al caso", se fastidia. Incluye a Cristina, pero también a Sergio Massa.

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GERMÁN ADRASTI Custodiado. El juez Otranto ayer al salir del juzgado.

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