Clarín

Los timbreos invisibles del Presidente

Macri visita casas y clubes del Conurbano. Historias detrás de la entrega de materiales y equipamien­to.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

Los primeros en llegar fueron los perros antibombas. El barrio se sobresaltó, aunque no todos: “Debe ser un

allanamien­to por falopa”, dijo al pasar un vecino. Pero en seguida vieron que los policías de la Federal no se movían ni apurados ni nerviosos y que pedían permiso para ingresar a un club apadrinado por una sociedad de fomento. Un rato después apareciero­n efectivos vestidos de traje. Se pararon en la puerta y en la vereda y con un gesto hicieron señas de que el trabajo estaba hecho: entonces el que bajó de una camioneta blindada, en el barrio Lanzone de José León Suárez, en el partido de San Martín , fue el presidente de la Nación.

-Yo soy boxeador. Lo único que puedo hacer para ayudar a los pibes a salir de la droga es entrenarlo­s. Pero no tengo nada- le había dicho Luis Ve- rón, semanas antes, a un grupo de referentes sociales del macrismo.

- Tranquilo, te vamos a ayudar- le respondier­on.

Ahora el boxeador estaba cara a cara con Mauricio Macri. El gimnasio lucía recién terminado. Le habían hecho el piso, le habían armado un ring profesiona­l y lo habían equipado para que 150 jóvenes puedan entrenarse todos los días. Llegaron desde guantes y bolsas hasta vendas. “A mí

me gusta el boxeo”, los sorprendió Macri, mientras ensayaba posturas de combate. Chyntia, la mujer que acompaña a Verón en la tarea del club, no se acercó en ningún momento. “Ella es re kirchneris­ta. Era de La Cámpora”, contaba uno de los chicos. La movida en José León Suárez formó parte de los timbreos invisibles que Macri hace cada tanto en algún sector vulnerable de la sociedad, especialme­nte en el Conurbano, donde su imagen siempre recoge números por debajo de la media nacional. Son los timbreos que con frecuencia

generan burlas en la oposición y la crítica de los periodista­s -que nunca saben dónde ni cuándo exactament­e se hacen: sólo reciben las fotos, y no siempre, cuando los encuentros terminan-, pero que según el decálogo del estratega Jaime Durán Barba funcionan para generar cercanía entre el líder y los sectores más esquivos o prejuicios­os.

“Estas cosas no estaban en el ADN

del PRO”, se sincera uno de los dirigentes que trabaja en la logística. Macri se acostumbró a hacerlos en la previa de la campaña de 2015 (los contactaba antes por Facebook), cuando las encuestas lo daban muy lejos de la presidenci­a. “Mauricio entendió que el mano a mano fue la llave de la campaña”, dicen en su entorno. Un poco por convicción y otro tanto por necesidad, el Presidente no piensa desprender­se de esa estrategia, pese a que muchas veces tiene diferencia­s con los custodios. Macri ha inquietado incluso a los integrante­s de su equipo invitando a almorzar a gente que le cae simpática.

Hace algunas semanas fue anfitrión de “El Halcón” de Varela, que se dedica a enseñar kick boxing en zonas muy pobres. “El Halcón” llegó a campeón después de recuperars­e de su adicción al paco. A Macri lo atrapó su historia y quiso saber más: él mismo le contó que había terminado la secundaria a las 24 años y que con sus primeros ingresos se compró una bicicleta para salir a recorrer barrios tomados por la droga. “El Halcón” llegó al despacho presidenci­al hace 15 días junto a seis chicos de Florencio Varela. Comieron milanesas con papas fritas. El jefe de Estado les dedicó una hora de su agenda. Cuando Macri pacta timbreos y no puede acudir suele reemplazar­lo la primera dama. Juliana Awada estuvo hace muy poco en una villa de Moreno. Fue a ver a unas nenas que hacen gimnasia deportiva. Las chicas le transmitie­ron que soñaban con ir a las Olimpíadas. Y Juliana les hizo llegar colchoneta­s y equipamien­to

competitiv­o. Son fondos que salen del ministerio de Desarrollo Social que conduce Carolina Stanley. La ministra mantuvo desde su llegada los distintos planes creados por Néstor y Cristina Kirchner y sumó algunos propios. Aunque nadie lo dirá nunca, el programa “Acá estamos”, que comanda Pedro Robledo, apunta a desplazar a La Cámpora. Se concentra en la franja que va de los 15 a los 25 años.

En 2017 llevan hechas más de 1500 acciones (el 83% en el Conurbano): reciclaron salas de música, clubes y sociedades de fomento. Macri realizó visitas fuera de agenda a muchas de ellas para conversar con sus vecinos. Les entregaron desde cacerolas, útiles esclares, colchones y silbatos de árbitro hasta materiales para la construcci­ón y toneladas de alimentos.

“¿Ustedes nos van a pedir algo a cambio?”, quiso saber Ugueta, un vecino de Villa Mosquito, La Matanza. Un amigo lo frenó: “Tranquilo, vos sabés que el voto es secreto”. Ugueta lleva a Evita tatuada en un brazo.

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Club de boxeo. Mauricio Macri visitó junto a María Eugenia Vidal un centro para jóvenes donde se enseña uno de los deportes favoritos del Presidente.

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